Los archivos secretos sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy publicados por el gobierno de Estados Unidos ofrecen nuevos detalles enigmáticos sobre el hecho que conmocionó al mundo hace más de cinco décadas, pero aparentemente no contienen revelaciones explosivas.
El presidente Donald Trump ordenó la publicación el jueves de 2.800 expedientes clasificados hasta ahora como secretos, aunque se reservó otros cientos de documentos considerados “sensibles”, bajo presión de la CIA y el FBI. La decisión de último minuto de no publicar todos los archivos relacionados con la muerte del joven presidente, ocurrida el 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas), frustró a estudiosos de Kennedy y echó leña al fuego de las teorías conspirativas.
La comisión que investigó el caso determinó que Lee Harvey Oswald, un exmarine, cometió el asesinato solo pero la especulación sobre la participación de otras personas en el hecho no ha cesado. Cientos de libros y películas, como “JFK” de Oliver Stone, de 1991 han alimentado la teoría de la conspiración, señalando a rivales de la Guerra Fría como la Unión Soviética o Cuba, la mafia e incluso al vicepresidente Lyndon B. Johnson.
“Estoy muy decepcionado”, dijo Philip Shenon, autor de “Un hecho cruel e impactante: la historia secreta del asesinato de Kennedy”, sobre la publicación de los documentos por los Archivos Nacionales. “La mayoría de los documentos revelados anoche son documentos que ya hemos visto antes”, dijo. “Los documentos de verdad importantes, algo así como los documentos super secretos, no son parte de la publicación en su mayoría”, explicó. “Tendremos que esperar por ellos al menos hasta abril y temo que nunca los veamos”, agregó.
Trump dio a la CIA, el FBI y otras agencias seis meses –hasta el 26 de abril de 2018– para exponer las razones que justifican la retención de esos documentos. En un tuit ayer, el presidente dijo que los archivos de JFK están siendo “cautelosamente revelados”. “Al final habrá gran transparencia”, aseguró. “Tengo esperanza de que prácticamente todo se haga público”.
Gerald Posner, autor del libro “Caso Cerrado”, que determinó que Oswald actuó efectivamente solo, dijo que la divulgación fue “frustrante”.
“Mientras más profundizaba en ellos, más decepcionado estaba en términos de encontrar nueva información”, declaró Posner a CNN.
Shenon opinó que aunque no hubo revelaciones importantes, si encontraron algunas “golosinas interesantes”. Destacó un archivo en el que el entonces director del FBI J. Edgar Hoover dice, solo un día después del asesinato, que es importante “convencer al público de que Oswald es el verdadero asesino”. “Eso fue solo cuando la investigación arrancaba”, dijo Shenon, por lo que “él se estaba apresurando a juzgar” los hechos. “El FBI, en particular, estaba absolutamente determinado, sin importar los hechos, a probar que Oswald era el único atacante, un lobo solitario, que no había nadie más involucrado”, señaló Shenon. “Querían mostrar que no había forma de que el FBI hubiera podido evitar el asesinato”, sostuvo.
Muchos de los 2.891 documentos hechos públicos por los Archivos Nacionales son de inteligencia cruda y sin verificar. Además, gran parte de su contenido ya se conocía, como que la CIA armó varias conspiraciones para matar al líder cubano Fidel Castro.
Un documento de 1975 detalla cómo en los primeros días de la presidencia Kennedy la CIA ofreció 150.000 dólares al jefe mafioso italoamericano Sam Giancana para organizar el asesinato del líder cubano.
A cambio, Giancana solicitó la ayuda de la CIA para poner un dispositivo de grabación en el cuarto de su amante, de quien sospechaba que estaba teniendo una aventura.
Otras posibles ideas para matar al líder comunista, que se decía era un buzo aficionado, incluyeron contaminar su traje de buceo con bacterias o poner una bomba en un coral.
Uno de los documentos incluye la transcripción de una conversación de Hoover dos días después del magnicidio. Hoover dijo que el FBI informó a la policía de una amenaza contra la vida de Oswald. Pero no se tomaron medidas y el dueño de un club nocturno, Jack Ruby, lo mató mientras era escoltado por policías hacia un juzgado solo dos días después del asesinato de Kennedy.
Aunque muchas teorías han vinculado a Oswald con operativos cubanos o soviéticos, un memo de 1963 del FBI indicaba que la muerte de Kennedy generó duelo en la Unión Soviética. Según una fuente, “oficiales del Partido Comunista de la Unión Soviética creían que había una conspiración de parte de la ultra-derecha en Estados Unidos”.
Los soviéticos temieron que el asesinato fuera usado como pretexto para “detener las negociaciones con la Unión Soviética, atacar a Cuba y luego expandir la guerra”. Oswald había desertado a la Unión Soviética en 1959, pero regresó a Estados Unidos en 1962.

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