lunes, 16 de octubre de 2017

La Colombia racista y criminal


lahaine.org

La Colombia racista y criminal

 

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No hay interés alguno de parte de las autoridades del narco-régimen colombiano en cambiar la noción de estado invasor
El asesinato de campesinos en la zona de Tumaco evidencia que para que la paz sea real en el Pacífico colombiano, el gobierno nacional no tiene otra salida que la de cambiar el patrón criminal y racista que ha marcado las relaciones del estado central con esa región. Sin embargo, los últimos acontecimientos muestran que no hay interés alguno de parte de las autoridades colombianas en cambiar esa noción de estado invasor, que acude a esas regiones sólo para mostrar que sus habitantes siguen siendo lo que siempre ha considerado: escoria reemplazabe. También tiene que cambiar esa mirada colonial que muestra al Pacífico sólo con estereotipos que describen a la región como un lugar al que excepcionalmente llegan los metropolitanos como viajeros del siglo XIX que se dignan ir a regiones llenas de pobreza social al lado de una riqueza aurífera que cada vez se agota más y más, explotación cocalera, violencia y alguna que otra expresión de riqueza cultural.
¿Alguien puede explicar como hoy, en camino hacia medio milenio de extracción de oro de la región ésta siga siendo esta entre las más pobres de Colombia? ¿Alguien puede explicar cómo aun las carreteras siguen siendo reclamo de la población y capital político de los mafiosos que tienen tomadas las instituciones? ¿No es ya momento de cambiar esa estructura colonial que ha hecho del Pacífico el lugar de extracción de riqueza en ciclos económicos que terminan beneficiando sólo a las élites metropolitanas nacionales e internacionales? ¿No es ya momento de asumir la desmilitarización de la coca y empezar a tratarla como un asunto social?
Los datos de Tumaco que muestran algunos estudios son alarmantes: conformado por una población afrodescendiente que supera el 90%, el 50% de los pobladores viven en condiciones de pobreza extrema, las tasas de desocupación están alrededor del 75%, una población joven numerosísima sin horizonte alguno, un puerto que sólo ofrece los más bajos trabajos para pocos habitantes de la región, quienes trabajan hasta 12 horas por miserias reactivando los viejos sistemas esclavistas y tasas de analfabetismo de más del 20% en las poblaciones jóvenes. En este contexto la guerrilla encontró un espacio perfecto para canalizar la frustración que producen estas condiciones de vida, a la vez que ofrecia ocupación en medio de las incertidumbres. La firma de la paz con las FARC se evidencia que está llena de dificultades y en la región opera el ELN y grupos paramilitares que están llenado el vacío que dejó las FARC. Los habitantes tienen claro este panorama y actúan de acuerdo a lo que suceda con las negociaciones de paz. La otra vía de escape de los pobladores es la de salir de las regiones e irse a las grandes ciudades donde son revictimizados con la categoría de desplazados y paradójicamente si se firma la paz con el ELN ya no entrarán nisiquiera en esta categoría.
El estado colombiano tiene que parar su concepto de ocupación en las zonas marginadas por el modelo interno colonial. También la estrategia de la lucha contra las drogas tiene que asumirse de manera soberana: no se puede continuar una lucha eonfocada en lo militar y girando en torno a los intereses norteamericanos porque ya que se sabe que esto no va a resolver el problema. La criminalización de la droga y la lucha militar lo único que hacen es agudizar el problema porque esta lucha se fundamenta en una cadena de intereses del capitalismo global, en la cual la vida de los pobladores de Tumaco es lo que menos vale. De continuar este modelo de estado el futuro del Pacífico será el de la perpetuación y profundización de la guerra y la profundización de las distancias regionales como una herida colonial.
Sin permiso

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