jueves, 21 de septiembre de 2017

Estados Unidos acepta finalmente la derrota de la ‘coalición internacional’ en Siria


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Estados Unidos acepta finalmente la derrota de la ‘coalición internacional’ en Siria

 

 


La travesía del Río Éufrates en Deir Ezzor ha acabado con las últimas esperanzas de Estados Unidos que ha admitido su propia derrota bajo la de la fantasmal
“coalición internacional”
.
Es un reconocimiento curioso porque los portavoces oficiales decían que dicha “coalición” se había formado para derrotar al Califato Islámico; luego su derrota debería ser una victoria de los yihadistas. Sin embargo, no es así, evidentemente. Por consiguiente, “fiat lux”: contra quien luchaba dicha “coalición” no era contra los yihadistas sino contra el gobierno de Damasco.
A medida que se acerca, el alcance de la derrota es cada vez más evidente. “Durante la última semana no hemos detectado ni un solo combate entre los terroristas y las Fuerzas Democráticas Sirias”, ha dicho Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio ruso de Defensa, en referencia al frente de Raqqa.
Por el contrario, unidades de las FDS han abandonado dicho frente para unirse al Califato Islámico en Deir Ezzor. Un dron ruso ha grabado en vídeo dicha colaboración.
Otro dato: la inteligencia rusa también ha detectado la salida de fuerzas del Frente Al-Nosra desde Idlib hacia Deir Ezzor, donde se han unido a los dos grupos anteriores: FDS y Califato Islámico.
Finalmente, hay un tercer dato que poner encima de la mesa: hace dos días las fuerzas del Frente Al-Nosra atacaron un puesto de 29 miembros de la Policía Militar rusa en Idlib, violando los acuerdos de Astana. El ataque estaba dirigido por la CIA y las fuerzas especiales del Pentágono.
Junto con el ejército siririo, el ruso tuvo que formar rápidamente una unidad de fuerzas especiales para desbloquear la situación y el balance da cuenta de la envergadura del ataque: unos 850 terroristas ejecutados, 187 objetivos destruidos, 11 tanques, 4 vehículos blindados, 46 todoterreno, 5 ametralladoras, 20 camiones y 38 depósitos de armas.
El 85 por ciento de Deir Ezzor ya está en poder de las fuerzas leales. No se trata sólo de la derrota de una “coalición”, ni siquiera la de Estados Unidos, sino de la de todos aquellos que desataron la guerra y no se salieron de ella a tiempo, como los sionistas.
Tampoco es sólo una derrota militar sino, al mismo tiempo, política y diplomática que durante muchos años va a pesar -ya está pesando- sobre la situación en Oriente Medio.
Esto no ha hecho más que empezar. La Guerra de Siria, lo mismo que la invasión de Irak en 2003, se desató para tratar de impedir un fenómeno irreversible: la crisis de la hegemonía del imperialismo implantada en la región hace cien años. El fracaso hará que los fundamentos de dicha hegemonía aceleren su desplome.
Por medio de las FDS, Estados Unidos pretendía justificar su presencia militar en Deir Ezzor creando un simulacro de zona de distensión en la que poder preservar al menos algunas de las unidades del Califato Islámico, reconvertidas bajo otras denominaciones o fusionadas con las FDS. Este plan fracasó la semana pasada cuando el ejército regular cruzó el Éufrates en una maniobra muy rápida que sorprendió al Pentágono.
La presencia de Estados Unidos cerca de Deir Ezzor es, a su vez, consecuencia de otro fracaso al sur, en Al-Tanf, al que también consideraron como un enclave estratégico donde poder asentarse. Fue otro error. Ahora sus fuerzas están sitiadas e Irán negocia con el gobierno de Damasco para abandonar las posiciones, una vez que todos sus secuaces rindan las armas.
Según la prensa iraní, ya existe un principio de acuerdo para que las fuerzas especiales y los instructores estadounidenses salgan de la base de Al Zakaf, muy cerca de Al-Tanf. Los observadores sobre el terreno podrán decir que lo harán con el rabo entre las piernas. Lo mismo que en Vietnam hace 60 años.
Ahora no sólo emerge un nuevo balance de fuerzas en Oriente Medio, sino en el interior de la propia Siria. Primero porque lo que hasta ahora ha sido un asunto militar se convertirá en un asunto policial. Segundo porque el gobierno deberá hacer importantes concesiones, no a la llamada “oposición moderada”, que no tiene nada para negociar, sino al pueblo de Siria que se ha sacrificado de manera ejemplar durante seis terribles años de guerra.
Sin el apoyo popular, el gobierno nada hubiera podido hacer; para Bashar Al-Assad llega el momento, pues, de rendir cuentas.

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