jueves, 2 de marzo de 2017

Barbie: todas y todos putas de lujo

Barbie: todas y todos putas de lujo








En España somos modernos. Somos cool. En la capital tenemos una alcaldesa que está por la cultura cool y porque los niños se pongan vulvas y las niñas se pongan penes.

Como somos modernos y somos cool, en la capital de esta España que en realidad no existe, porque es parte de la misma dictadura de lo cool, con sus rituales satánicos incluidos en sus altas esferas, se puede ver hasta mayo de 2017 la exposición "Barbie: Más allá de la muñeca". Exposición cool para cultura cool en la que todo está podrido del satánico dinero. Pero sobre todo las personas mismas, que ni siquiera saben que se han convertido en mercancías. Y siguen andando por ahí, como si nada, sin saber que ya no son personas, sino encarnaciones del valor de cambio, como nos mostró el judío satanista Karl Marx.

La exposición de Barbie es gratis, por su puesto. Porque lo gratis es lo que más caro nos sale. Porque las élites en el poder no solo nos roban, sino que además lo hacen con mucha generosidad de su parte, regalándonos una exposición que nos enseña hasta qué punto la prostitución es uno de los paradigmas del régimen pornográfico-terrorista que hoy padecemos. Ellos nos ofrecen gratis esta exposición, y a cambio nosotros les vendemos gratis nuestra dignidad, nuestro gusto, nuestra cultura, nuestra vida. Parece evidente quién sale ganando en este intercambio tan cool.

Barbie es uno de los símbolos que mejor nos dice lo que es el hollycapitalismo. Nace en 1956, poco después de la Segunda Guerra Mundial, que vendría a ser el paso del capitalismo al hollycapitalismo. Después del Hollycausto y los sacrificios rituales de Hiroshima, Nagasaki, Dresde... No solo hay que vencer, también hay que aplastar. Porque seguimos viviendo en regímenes sacrificiales.

En esta exposición se pueden ver cientos de Barbies, de todas las épocas, razas, colores, rostros, vestimentas, peinados. Y sin embargo todas son la misma Barbie. Toda esa variedad de Barbies es solo una apariencia. Todas esas Barbies son siempre la misma Barbie.

Barbie es una mujer delgada, guapa, atractiva, sofisticada, bien vestida, que se sabe mover en la alta sociedad. Una mujer siempre sonriente, que parece —pero solo parece— feliz. Barbie simboliza bien todo lo que es el hollycapitalismo: una pura ficción convertida en realidad, un simulacro, como dijo Jean Baudrillard.



Pero en realidad Barbie es una mujer solitaria, triste, estresada, traumatizada, neurótica, anoréxica, bulímica. Los que sabemos un poco de programas de control mental tipo MK Ultra enseguida reconocemos en qué se han inspirado para crear la Barbie: en las "modelos presidenciales", esto es, en las esclavas sexuales traumatizadas desde que son bebés por el Falo violador, sodomizador, felado, con rituales satánicos. Y después por los programas de control mental de las agencias de inteligencia, para satisfacer la perversión de los poderosos, de los altos políticos, monarcas, jueces, empresarios, etc. Por eso no nos ha extrañado encontrar entre los cientos de Babies de la exposición a la Dorothy de "El Mago de Oz".



Las Barbies Mariposa también nos muestran de manera muy evidente hasta qué punto este producto de ingeniería social remite, en su centro más oculto y más desconocido por las masas, al Falo traumatizador y a los álters disociados del programa Monarca.



Así es que cuando hemos visto que han colocado todas estas "muñecas" en los expositores con un pie metálico, que se prolonga con una barrita extensible hasta su espalda, hemos pensado que esto es lo más verdadero de toda la exposición. La barrita metálica que sujeta a las Barbies, que vemos entre sus largas piernas, que las mantiene, literalmente, tiesas, a estos engendros de artificialidad, es el Falo traumatizador del que hablábamos.

Como decíamos, toda la variedad de Barbies de esta exposición es un espejismo. Son todas una y la misma Barbie. Cada una de estas Barbies no es más que uno de los álters disociados de las estrellas MK Ultra que dan forma a nuestras sociedades-mercancías.

Han colocado a veces a las Barbies formando grupos de dos o de tres. Pero esto no cambia nada, porque es siempre la misma Barbie solitaria, con su sonrisa de pornstar.

La mayoría de las Barbies son blancas, europeas, norteamericanas. Aunque también hemos visto Barbies asiáticas, latinoamericanas, negras. Aunque a decir verdad, los rasgos raciales están siempre muy matizados. Más que negras lo que tenemos son mestizas.

Pero, otra vez, a pesar de tanta aparente variedad, se trata siempre de la misma Barbie artificial. Esto es, de lo más alejado de una mujer como siempre han sido las mujeres, con la infinidad de variedades de las mujeres de la infinidad de razas y tradiciones.

No somos racistas, somos raciales. El peor racismo es el que representa muy bien esta Barbie, un racismo noreuropeo y norteamericano, que no se declara pero se impone visualmente. Especialmente en el caso de las niñas y de los niños, que reduce toda diferencia y singularidad al falso mestizaje globalista que nos venden.



En "Ciudadana del mundo" hay infinidad de Barbies con trajes típicos japoneses, chinos, indios, africanos, hawainos, y hasta andaluces. Pero son todas, otra vez, la misma Barbie.



En "Puedo ser..." encontramos también Barbies de todas las profesiones: azafata, cirujana, astronauta, piloto. Pero sabemos, una vez, más, que todo esto no es más que la superficie. Que la única profesión de la Barbie es prostituta sagrada hollycapitalista.

En el primer plano de esta imagen vemos una de las raras excepciones de la exposición, en la que Barbie aparece acompañada por Ken. Pero sabemos que Ken no es más que Barbie masculinizado, jugando un papel secundario. En este caso es Eva-Barbie la que viene antes y Ken-Adán el que ha sido creado a partir de una costilla de ella.



Encontramos algunos Kens o Blaines más, como en esta imagen, pero con gran dificultad. Y a pesar de que hay tanta Barbie sola, estos apuestos Barbies masculinos hacen exactamente lo mismo que las Barbies femeninas: pavonearse, lucirse, venderse, prostituirse. ¿Se entiende ahora por qué es gratis la exposición? ¿Se entiende ahora que la principal mercancía hollycapitalista es la sociedad?



Aún más excepcionalmente encontramos otras versiones de Barbie, formando algo parecido a una familia. Son Allan, Midge, Skipper y Tutti. Pero no nos engañemos. Son todas la misma Barbie con distinta edad y con distinto sexo. Y esto no es una familia. Es una agrupación de individuos, una suma de prostitutas.



Vemos a Barbie en inmensas y hermosas viviendas unifamiliares. Sobre un ajedrezado masónico matizado con tonos rosáceos y azulados. Acompañada de caballos y de Ferraris. Pero siempre sola.



Y Barbies con trajes de alta costura, de Armani, Givenchi, Dior, Moschino...

Y Barbies vestidas de novia. Pero otras vez solas. ¿Pero... cómo es posible que una novia, con su traje de bodas y todo, esté sola? Aquí está otra de las claves para comprender lo que representa de verdad Barbie.

Más allá de las apariencias, si Barbie siempre está sola, si siempre está radiante y sonriente, si aparece rodeada de coches caros, de caballos, si se viste con ropa cara, si es una novia de bodas solitaria, es porque Barbie es una prostituta sagrada hollycapitalista, una puta de lujo, una pornstar. Barbie es hoy lo que fueron las Grandes Diosas paganas, las Astarté, las Ishtar, las Isis, las Afroditas. Simplemente adaptada a la sociedad moderna hollycapitalista en la que todo se profaniza pero al mismo tiempo se resacraliza en algún grado en el centro comercial, en el anuncio de la tele, en el móvil.

Barbie está siempre sola porque, en realidad, está casada con todos. Es la mujer de todos, el modelo de feminidad. Pero también de masculinidad.

Los que mejor han comprendido todo esto son Tiqqun en sus "Primeros materiales para una teoría de la jovencita". Quien no haya leído este texto no comprenderá en qué consiste el hollycapitalismo.

Hoy, en el hollycapitalismo, todos tenemos que ser Jovencitas, todos tenemos que ser prostitutas de lujo, todos tenemos que ser Barbies. Hombres y mujeres, todos por igual, tenemos que parecernos a la Barbie. Las entelequias de las teorías de género no nos lo están diciendo explícitamente, porque son cómplices, por activa o por pasiva, de una estrategia de mayor calado. No nos están diciendo que de lo que se trata es de que todas y todos nos convirtamos en Barbies.



Si una de las claves para comprender lo que es la Barbie es la MK Ultra Dorothy, si otra es la novia solitaria, una tercera es la Barbie Marilyn Monroe: otra MK Ultra, otra "modelo presidencial", otra chupapollas famosa de pollas famosas.

Pero también, otra virgen hollycapitalista sacrificada. Porque todo esto va junto. Marilyn no sería Marilyn si no la hubiesen sacrificado. Esto es lo que es necesario comprender para comprender cualquier religión. También para comprender la religión hollycapitalista.



Algo parecido podemos decir de las Barbie Grace Kelly y Barbie Lady Di, también vestidas de novias, también solas, también casadas con todos.

Porque lo que está implícito es siempre la hierogamia-sacrificio. Lo que representan las Barbies es este mismo ritual hierogámico-sacrificial. Si de algo son las Barbies modelo es de este ritual hierogámico-sacrificial. Por eso es tan importante que haya Barbies Marilyn, Barbies Grace Kelly o Barbies Lady Di. Porque lo que está siempre implícito en el hollycapitalismo satánico de hoy es el sacrificio de la maternidad.



Siempre llegamos a lo mismo porque es lo que está en el centro de todo. Lo que nos hace ser lo que somos. Porque este es el objetivo central del ataque de los satanistas que hoy gobiernan el mundo. Algo tan evidente lo estamos diciendo hoy muy poca gente.

Barbie representa, quizás mejor que ningún otro producto de consumo, la extensión a toda una sociedad de esta mecánica hierogámico-sacrificial. Y representa también, mejor que muchos otros productos, hasta qué punto el principal producto pasa a ser, en el hollycapitalismo, la sociedad misma. En este sentido hablamos de la prostitución como paradigma del resto de los intercambios, de la prostitución femenina como modelo. Pero de modelo tanto de mujeres como de hombres. Lo que mueve todo el sistema es esta mecánica prostitutoria en la que las sociedades se venden al mejor postor. Esta prostitución estructural es inseparable del capitalismo, pero aún más del hollycapitalismo. Lo podemos resumir así: todos tenemos que ser putas de lujo, pornstars.

La sociedad capitalista compraba objetos. Pero la sociedad hollycapitalista pasa a venderse a los objetos. No son las personas las que compran mercancías, sino las mercancías las que nos compran, las personas las que se venden a las mercancías. Hasta que no se comprende esto no se comprende nada del mundo de hoy.

Por eso decimos que estamos ante un paradigma prostitutorio. Por eso cada vez nos ofrecen más productos y servicios gratuitos. Porque en todos estos intercambios son las personas, pero sobre todo los pueblos en su conjunto, las tradiciones, las culturas, las relaciones, su continuidad, su fertilidad, las que se están vendiendo, las que se están prostituyendo.

Lo que representan todas estas Barbies anoréxicas, traumatizadas, neuróticas, disociadas, es la extensión progresiva a toda la sociedad de esta mecánica prostitutoria, hierogámico-sacrificial. En la que el principal sacrificio es el del ser colectivo, el de la riqueza de los pueblos, el de las diferencias y complementariedades entre hombres y mujeres, el de su continuidad vital en tanto que familia, clan, raza, pueblo, nación.

Pedro Bustamante es autor de "Sacrificios y hierogamias: La violencia y el goce en el escenario del poder (1 y 2)" (2016) y "El imperio de la ficción: Capitalismo y sacrificios hollywoodenses" (2015). Colabora en diversos medios alternativos como El Robot Pescador, El Espía Digital, Katehon, La Caja de Pandora y Csijuan.

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