viernes, 3 de febrero de 2017

Occidente contra occidente (1ª parte)


Occidente contra occidente (1ª parte)



Federico Gastón Addisi

La quiebra de valores con la consecuente “desaparición” de la ciencia axiológica en nuestra cultura occidental hace trascendental develar si la misma es aún reflejo de la cosmovisión católica, como antaño lo fuere, o si por el contrario, se ha producido un divorcio difícil de subsanar.

Y si de valores hablamos resulta evidente contrastar lo que la modernidad entiende por ellos con lo que desde nuestra óptica realmente resulta valorable. Y en este ejercicio intelectual, que obliga a una introspección en el plano espiritual, aparecen claramente las causas y consecuencias que distanciaron al hombre moderno de su parte espiritual, trascendental, en definitiva, de Dios mismo.

Y si como afirmamos, el hombre es la composición de cuerpo y alma, es vital entender por qué y cómo éste, para los cenáculos de la ideología imperante, se ha vuelto sólo materia.

Así está planteada la interpelación, que suponemos, de acuciante actualidad y fundamental importancia, iniciamos este ensayo que no busca agotar un tema que nos supera, sino introducir al lector en una aproximación al mismo.

Creemos que lo que ocurre en la modernidad y por ende, en el hombre que en ella se expresa es un profundo problema espiritual. Y si decimos esto, desde ya que situamos, fundamentalmente, el presente estudio en lo filosófico-teológico. Y el enfoque teológico, católico, nos fue llevando en el desarrollo del trabajo a la filosofía perenne que lo sustenta. Los clásicos, la patrística, la escolástica, y allí el enlace con la Antropología Filosófica. La decadencia que ya se nos presenta como evidente, tiene su correlato en hechos concretos, puesto que la ética modernista en la que el relativismo es bandera es reflejo de esta sociedad de la inmanencia, el hedonismo y materialismo.

A esta degradación del “ser” nos fue arrastrando lo que hoy se conoce como Occidente. ¿Pero es así realmente? Para desmadejar el asunto tenemos que definir el objeto de estudio. Por lo tanto: ¿Qué es Occidente?

En una primera aproximación, citamos al filósofo Alberto Buela que sostiene: “Posee según nuestro criterio, los rasgos fundamentales siguientes:

a- El indo europeo como sustrato lingüístico fundamental irrecusable. Y aunque quiere verse allí cierto matiz oriental, ha sido, en definitiva Occidente que le ha dado el carácter operatorio.

b- La noción de ser aportada por la filosofía griega, que como se ha podido con justeza afirmar “el problema de ser-en el sentido” ¿Qué es el ser? Es el menos natural de todos los problemas…aquel que las tradiciones no occidentales jamás presintieron ni barruntaron.

c- La concepción del ser humano como persona, esto es como un “ser moral libre” como gustaba definirla Max Scheller. Este concepto conjuntamente con aquel de la propiedad privada, como el espacio de expresión de la voluntad libre según la definición de Hegel, son el núcleo de una antropología que nos ha llegado directamente del Imperio Romano a través de su concepción jurídica.

d- El Dios uno y trino, personal y redentor, como el aporte más propio del cristianismo.

e- La instrumentación de la razón humana como poder científico y tecnológico que ha dado hasta el presente la primacía a Occidente sobre Oriente”.

En la misma línea, podemos tomar una segunda definición, quizás más clara que la primera, extraída del eminente filósofo y pensador del nacionalismo católico argentino, nos referimos a Jordán Bruno Genta - asesinado por la guerrilla marxista del ERP en la década del 70-, quien señalaba los elementos constitutivos de Occidente: “Occidente es aquello que se nutre de tres grandes fuentes. Lo heredado a través de España, la cristiandad, la filosofía clásica de Platón, Sócrates y Aristóteles, cristianizada –si se permite el término- por la patrística y la escolástica, en particular por San Agustín y Santo Tomas, y es finalmente, el derecho romano”. Sin embargo, conviene insistir en que el emérito profesor se refería a los constitutivos; esto es, aquellos elementos que hicieron a Occidente, pero a nuestro criterio, Reforma Protestante mediante, ya no son los mismos que priman hoy día.

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