lunes, 9 de enero de 2017

Turner: “La amenaza es que el euro se rompa por Italia en menos de 10 años”


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Turner: “La amenaza es que el euro se rompa por Italia en menos de 10 años”

 

 

Claudi Pérez
Para trazar un perfil biográfico de Adair Turner (Ipswich, 1955), barón Turner de Ecchinswell, haría falta una sábana de matrimonio. Estudió historia y economía en Cambridge. Trabajó en BP. En Chase Manhattan. En McKinsey. Da clases en la London School. Fue vicepresidente de Merrill Lynch. Se sienta en varios consejos de administración y preside el think tank INET, patrocinado por George Soros. Y personifica a la élite de la tecnocracia británica: hizo carrera en la patronal, es uno de los padres del sistema de pensiones del Reino Unido, un reputado experto en materia de cambio climático y, sobre todo, presidió la Autoridad de Servicios Financieros para convertirse en una de las voces autorizadas más críticas con los excesos del sistema.
Lord Turner fue keynesiano en su juventud, y después liberal —muy liberal—, y ahora dice estar volviendo a Keynes. Y no, no vio venir la crisis, pero la ha contado como pocos en dos libros recientes. Tras casi hora y media de conversación sobre Europa —contra esta Europa—, la geopolítica, la economía y la banca global con el tono pesimista propio de estos tiempos —y, por momentos, el punto apocalíptico que suele cristalizar en titulares redondos—, en una coda final, admitirá que para describir 2016 no hay nada como aquel libro de John Fante, Un año pésimo. "El peligro es que ese título siga valiendo para 2017, para 2018 y más allá".

Dónde estamos: mal

"El mundo arrastra ya una década perdida: el riesgo es seguir igual y que acabemos hablando de dos décadas tiradas a la basura", afirma. "La recuperación es desesperadamente lenta y frágil. Las políticas económicas han fallado en Europa frente a una gestión algo mejor en EE UU, Reino Unido, China o los intentos de Japón". "Lo más preocupante" —subraya— "es que quizá pueda decirse que formalmente hemos salido de la crisis, pero se ha instalado un malestar económico que tiene serias consecuencias políticas". "Nueve años sin prosperidad son un récord terrible: es la primera vez desde la guerra con una crisis tan larga. Y con los niveles de desigualdad actuales". "Cuidado con los populismos", avisa.

Un diagnóstico (cuádruple)

"Ken Rogoff explica la crisis por el lastre de la deuda. Richard Koo habla de recesión de balances: si todo el mundo trata de reducir su deuda a la vez, eso provoca estancamiento. Pero en 10 años la deuda total del mundo no se ha reducido; el sector privado le ha pasado buena parte al sector público, y algún país (EE UU) se la ha traspasado a otros (China)". "Junto con esa explicación, hay dos teorías complementarias: el exceso de ahorros que según Ben Bernanke provoca desequilibrios globales, y el estancamiento secular que defiende Larry Summers y que es anterior a la crisis, con una reducción de los tipos de interés globales por la demografía, por el miedo a que el mundo crezca menos y por otros factores".

Salir en helicóptero

¿Cómo se sale de ahí? Turner propone algo parecido a lanzar dinero desde un helicóptero: "Hemos dejado atrás el ataque al corazón que supuso Lehman, pero todo eso mezclado es una trampa de la que es difícil escapar. La solución podría ser la financiación monetaria de los déficits. Con condiciones, claro. Japón la está ensayando. Europa la necesitaría, pero es políticamente imposible". "Salvo que la crisis dé otro susto", opina.

El euro: errores graves

"Europa optó por un ajuste fiscal duro, que solo ahora ha suavizado, y llegó tarde a los estímulos monetarios. El desastre salta a la vista. La política monetaria, sin una política fiscal que la acompañe, ha traspasado sus límites y en este momento eleva las desigualdades y provoca problemas al sector financiero". "Europa necesita seguir al menos con la misma política monetaria ultraexpansiva y aplicar estímulos fiscales al menos como los que propone Bruselas. Para eso haría falta confianza. Y la confianza, dentro de la eurozona, ha desaparecido", critica.
Turner carga contra lo que denomina "estado de negación" en la eurozona: "Europa nos dijo siempre que el euro era un proyecto político: sus fundamentos económicos eran pobres, pero aun así tiró hacia adelante porque tenía un proyecto político atractivo, que yo mismo apoyé en su día. Me equivoqué, y todo eso está ahora en el aire. El BCE puede evitar una ruptura, pero Draghi en solitario no conseguirá la recuperación vibrante que necesita Europa para alejar sus fantasmas, para que el proyecto político no se vea muy desmejorado. Y sin andamiaje político, los fallos de diseño del euro son evidentes".

Italia: punto de ruptura

¿Volveremos a tiempos al borde del abismo? "La eurozona ha mejorado, y le favorecerán los estímulos de EE UU y China. Pero el malestar sigue ahí, hay varios accidentes a la vista. En Grecia, Europa se niega a hacer lo indispensable: reestructurar una deuda impagable. Pero Grecia, aunque salga del euro, no va a desestabilizar Europa. Italia, sí: Italia es la gran amenaza. Combina un estancamiento larguísimo y una situación política complicada, con partidos cada vez más euroescépticos en una economía grande e interrelacionada". "La deuda pública está en el 130% del PIB y al alza: quizá no ahora, pero sin perspectivas de crecimiento cabe preguntarse si los italianos van a querer seguir en el euro. Si eso ocurriera, el argumento del proyecto político está acabado".
"No veo una ruptura de la eurozona en los tres próximos años, pero la amenaza es que el euro se rompa por Italia en menos de 10 años, a menos que Europa tome medidas ambiciosas", remacha.

'Brexit' y otros demonios

"El Brexit es parte del mismo fenómeno que ha llevado a Trump a la Casa Blanca: el mismo populismo de extrema derecha y autoritario que vemos en la Europa del Norte, el mismo populismo de izquierdas —o a saber, en casos como el italiano— que vemos en el Sur. Esa reacción se fragua en medio de un gran malestar económico, con la desigualdad al alza y el desencanto con la globalización. Y tiene mucho que ver con la crisis migratoria: esa sensación de la gente de que las cosas están fuera de control, y esa querencia por votar a partidos que dicen que van a arreglarlo de un plumazo".
Para Turner, "la campaña del Brexit fue exitosa porque entendió cuáles eran los miedos; la de los proeuropeos fue un desastre porque se limitó a vaticinar catástrofes, y encima no ha habido nada parecido a una catástrofe: los votantes están cada vez más convencidos de que las élites les han mentido". "Reino Unido perderá un 1,5% de su riqueza en cinco años; si las cosas van mal, un 3%. Eso depende del pacto que se alcance: el impacto va a ser negativo, y si el acuerdo final es muy duro puede ser incluso muy negativo para Londres, pero tampoco sería bueno para Europa".

Donald Trump y los 'malos'

"La política económica que promete va en la buena dirección. El problema es el diseño: si rebaja impuestos a los ricos y no opta por un mix de inversión en infraestructuras y estímulos para las clases medias, será menos efectiva. Y si las tentaciones proteccionistas se materializan, será crucial la respuesta de China: en caso de una escalada proteccionista, los riesgos geoeconómicos son enormes", avisa. "La tragedia es que a veces los malos hacen cosas que los buenos son incapaces de hacer. Le ocurrió a Alemania en los años treinta: el canciller Brüning no pudo sacar al país del marasmo, y fue Hitler quien lo hizo, con las consecuencias trágicas conocidas. Si a Trump le va bien, el riesgo es el efecto contagio a Holanda, Francia, quizás Italia. La probabilidad de que eso ocurra sigue siendo muy baja: el 10%. Pero ya vimos qué ocurrió con las leyes de la probabilidad en 2016".

¿Cómo están los bancos?

La banca es ahora más resistente que en 2007. "El capital se ha multiplicado por cuatro desde niveles ridículamente bajos. Habría que elevarlo hasta el 20%, pero eso supondría más problemas para la recuperación". "Es menos probable una sacudida como la de 2008, que nos dejó temblando. Vienen unos años de algo parecido a una burbuja, por Trump y China; esperemos que la banca los aproveche para fortalecerse", advierte. Turner carga contra las ideas de desregulación de los últimos años. "La creencia de que los mercados son eficientes y racionales se instaló incluso entre los reguladores, pero quizá algún día podamos decir que aprendimos algo al respecto", concluye con un deje final de anglosajona ironía.

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