En caliente, con la emoción aún de paladear la primera gran derrota del mundialismo globalizador, ahí van mis primeras reflexiones.
Si la UE se ha convertido en el gran enemigo de Europa, de su espíritu, de su cultura, de su civilización; si la UE ha decidido abrir las puertas de Europa a la inmigración de asentamiento procedente del Magreb, de Oriente Medio, de África, Asia y America destinada a transformar toda su base étnica y cultural; si la UE, este enjambre de tecnócratas, no tiene otro horizonte que el de la economía al servicio de la oligarquía tanto de Europa como del otro lado del Atlántico; si ello es así, el que el pueblo británico haya decidido (y por un millón de votos de diferencia) salirse de semejante engendro representa una gran victoria. Una victoria de la verdadera Europa, de la Europa, nuestra patria carnal, que algún día tomará también forma política —pero no, desde luego, la hasta ahora adoptada.
Están temblando. Los jerifaltes del Sistema, desde políticos a oligarcas, desde periodistas a intelectuales, toda la “nueva clase” está temblando despavorida, mientras de Francia a Austria, de Holanda a Italia, pasando por Islandia, Suecia y Dinamarca, así como por los países antaño dominados por la URSS, a cuyo frente Hungría ocupa un destacado lugar, exultan las fuerzas populares y populistas. Ya Marine Le Pen declara que es un Frexit lo que ahora se impone. Ya Geert Wilders exige lo mismo para Holanda. Ya Mario Salvini lo reclama para Italia. La pólvora se expande como un reguero.
Y otra lección. Decisiva. Londres, esa gran Cosmópolis, ha votado masivamente por mantenerse en la UE (también Escocia, pensando sin duda en beneficiarse de ello el día de su independencia). A falta de conocer los resultados en otras grandes ciudades británicas, parece claro que es la Gran Bretaña del campo y de las pequeñas ciudades de provincias —la de la gente sencilla alejada de nuestras pretendidas élites— la que ha dado el impulso decisivo para la victoria del Brexit. Vale la pena tenerlo también muy en cuenta.
El Manifiesto

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