miércoles, 23 de noviembre de 2016

Argentina. La emergencia que llegó para quedarse

Argentina. La emergencia que llegó para quedarse

El miércoles pasado el Senado dio media sanción a la Ley de Emergencia Social. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Confederación General del Trabajo (CGT), Barrios de Pie, la CCC, y diversas organizaciones sociales y políticas se movilizarán este viernes para exigir la sanción definitiva en la Cámara de Diputados.


Mariátegui *


Por Martín Ogando.  Tal como se anunciaba, son los sectores más precarizados de la clase trabajadora los que le están trayendo los últimos dolores de cabeza del año a Mauricio Macri. En la contienda se combinan el escenario callejero con el parlamentario. La enorme movilización desde San Cayetano a Plaza de Mayo, -que se desarrolló el 7 de agosto pasado-, y el explícito apoyo papal fueron claves para convencer a la oposición de acompañar el proyecto.

La de este viernes amenaza ser una concentración aún más impresionante. Las organizaciones de la economía popular saben que están frente a una pulseada importante. Su poder de movilización está asentado en años de acumulación territorial y gremial, pero también en un contexto de empeoramiento sensible de las condiciones de vida en las barriadas populares. Se necesitan medidas urgentes, y todas las que toma el gobierno patean para el otro lado, es decir, para los de arriba.

La CGT: hacer de la necesidad virtud

La CGT también movilizará fuerte. Los triunviros le dieron una mano descomunal al gobierno pactando la liquidación del paro. Apoyar al reclamo de la CTEP les permite mostrarse activos. En el medio, el malestar ha crecido. Las ramas que dependen más fuertemente del mercado interno y tienen que lidiar con importaciones y recesión están entrando en abierta crisis. La UOCRA, los textiles y la UOM se encuentran entre los más afectados. Esta última, denunció el miércoles que son más de 10 mil los puestos de trabajo en riesgo, si se efectiviza el “arancel cero” para notebooks y tablets importadas. Por eso hay muchos gremios que aprovecharán la marcha para hacer una demostración de fuerzas.

Se puede decir, de todas maneras, que Prat-Gay se salió con la suya: en lugar de la reapertura de paritarias lo que la CGT aspira a lograr es un congelamiento de despidos y suspensiones hasta marzo. La otra bandera sigue siendo la reforma del impuesto a las ganancias. No casualmente el oficialismo se apuró a anunciar que el proyecto está al caer y será retroactivo a enero del 2017, aunque se apruebe en marzo.

¿Y la economía? ¿Cuándo despega la economía?

La masividad de la convocatoria y el “oportunismo” opositor no es el único problema que tiene el gobierno. El contexto económico ayuda poco. Los “brotes verdes” están resecos y pisoteados, y la economía seguirá en recesión al menos hasta fin de año. En nueve meses se han destruido más de 127 mil puestos de trabajo registrados. En la industria, el eslabón más sensible del parate económico, unos 100 mil operarios cerrarán el año con vacaciones anticipadas, suspensiones o despidos. La contención de la CGT no logra evitar la proliferación de conflictos puntuales y aislados, la mayoría de ellos por despidos o suspensiones. Las previsiones para el 2017 siguen siendo más optimistas, pero para eso falta una eternidad y el gobierno necesita resolver problemas ahora.

En este contexto, vetar una ley favorable a los más desprotegidos tienen mala prensa. Sobre todo cuando se carga con el estigma de ser el gobierno de los empresarios. Por eso el “plan A” del ejecutivo es aprovechar los escasos tiempos parlamentarios, y que el proyecto quede enredado en Diputados hasta el año que viene. La oposición tendría que lograr dictamen con urgencia o forzar el tratamiento en sesiones extraordinarias condicionando la agenda que pretende tratar Cambiemos. La mayoría no parece dispuesta a llegar tan lejos.

La telaraña burocrática del Congreso no es la única carta del gobierno. La otra apuesta es trabajar sobre el pragmatismo básico de gremios y organizaciones, mediante algunas concesiones que ya están en carpeta. La semana que viene serán recibidas, por separado, la CGT y las organizaciones de economía popular. El gobierno pretende salir de esas reuniones con acuerdos mínimos que le permitan pasar las fiestas en paz.

Mientras tanto… avanzan

El gobierno ha logrado sostener la iniciativa política, aún sorteando dificultades. Estos días no han sido la excepción. El miércoles se aprobó en el Senado el régimen de Participación Público Privada, una de las leyes claves y más ansiadas por el oficialismo.

Con parte de los mismos votos opositores que aprobaron la Emergencia Social, salió del recinto la polémica norma que habilita a las empresas contratistas a reclamar en tribunales extranjeros y a vender obras en plena ejecución a otras firmas. La votación cruzada, -juntos y en contra del oficialismo-, en dos leyes claves, pinta bien la ubicación paradójica de una parte de la oposición, sobre todo el Frente Renovador y la mayoría del peronismo. Por un lado apuestan a otorgar gobernabilidad y obtener a cambio beneficios para gobernadores e intendentes del palo. Por el otro, saben que el año que viene hay elecciones y tendrán que competir con Cambiemos. Una y otra votación expresaron las “dos almas” que hoy inciden en la táctica política de la oposición. Y en esas idas y vueltas el oficialismo avanza.

¿Felices navidades?

Si la Ley de Emergencia Social finalmente se aprueba, Macri la vetaría. Una cosa es hacer concesiones menores para paliar la situación y otra muy distinta es reconocer el estatus de trabajadores a millones que se encuentran en los circuitos llamados informales, generando su propia forma de ganarse la vida. Menos aún cuando la economía por venir anuncia un país más desigual, es decir, en emergencia permanente.

El gobierno ha tenido éxito en la contención del conflicto. Ha logrado dividir las reivindicaciones y cede en reclamos puntuales. El reclamo por la emergencia social lo pone en aprietos porque rompe esa lógica. Trasciende la negociación mano a mano por recursos y se posiciona en el ámbito de los derechos por conquistar. Por eso, aún teniendo carácter paliativo, aparece hoy como un planteo de máxima, difícil de procesar por el gobierno. Allí reside el inmenso mérito de las organizaciones de la economía popular.

Por esto mismo, en los pasillos del poder, donde la tolerancia frente al humilde es siempre acotada, consideran que estos sectores han llegado demasiado lejos. Lo dejó en claro anoche la nave insignia del Grupo Clarín, Telenoche. Con un pútrido informe de Martín Ciccioli, basado nada menos que en el testimonio de un puntero de Néstor Grindetti (el PROcesado intendente de Lanús), se buscó ensuciar sin sustento alguno al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y a sus referentes, justo un día antes de la movilización.

Las organizaciones dicen que si la ley es vetada redoblarán la apuesta y pasarán las fiestas cortando rutas y accesos. ¿Ocurrirá? Todavía es difícil saberlo y mucha agua pasará bajo el puente. Si ese escenario se diera, el fin de año estaría más lejos de lo ansiado por Macri y más cerca de los clásicos diciembre calientes de nuestras pampas. ¿Será el gobierno capaz de desactivarlo?

@MartinOgando

Foto: Micaela Ryan

* http://notas.org.ar

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