viernes, 14 de octubre de 2016

BRASIL Y ARGENTINA: GOBIERNAN LA CORRUPCIÓN Y EL PODER DEL MERCADO


BRASIL Y ARGENTINA: GOBIERNAN LA CORRUPCIÓN Y EL PODER DEL MERCADO (por Norma Estela Ferreyra)


Mauricio Macri (Cambiemos) llegó a la presidencia del gobierno de Argentina, tras una primera vuelta en la que contó con 8.601.063 votos (el 34’15%), en tanto su rival más directo, Daniel Scioli (FPV) conseguía 9.338.449, es decir, un 37’08%.


MICHEL TEMER Y MAURICIO MACRI PASARÁN A LA HISTORIA COMO DOS PRESIDENTES NEOFASCISTAS (Y EL BRASILEÑO, ADEMÁS, GOLPISTA), QUE SUMIERON A SUS RESPECTIVOS PAÍSES EN UN PORCENTAJE DE POBREZA, INSÓLITO DESDE EL PASADO SIGLO XX
Luego del balotaje (o segunda vuelta) el empresario futbolístico, con el voto de los partidarios de Sergio Massa (UNA), obtenía el inquilinato de la Casa Rosada por poco más de 600.000 votos sobre Scioli.
Era evidente que Macri urdió y provocó arreglos financieros con la oposición (y parte del oficialismo), para torcer a su favor el consiguiente “ballotage”, que a mi modo de ver supone una aberración para la democracia, porque da lugar a estos manejos mafiosos, cuando la mayoría electoral podría resolverse de una forma diferente y más civilizada.
Y a partir de entonces, vino el drama que hoy lacera el país.
Pero volvamos al tema y veremos cómo Temer es hoy presidente de Brasil por un golpe parlamentario estratégico de las mafias, con un gabinete de los más conservadores, elitistas y derechistas desde la dictadura.
El vice de Brasil fue declarado «enemigo público número uno del medio ambiente» por Greenpeace. Y hay una larga lista de mafiosos en todos los ministerios, en los gobiernos de ambos países.
Sin duda, un operador extranjero garantiza el éxito de estas operaciones, que comienzan con un ataque permanente de los medios de comunicación hegemónicos, que inventan mentiras que se van insertando psicológicamente en la población, por la repetición incesante de las mismas, como ocurre actualmente, en casi todo el mundo.
En una semana, el nuevo gobierno de Temer, dejó en claro a qué ha venido.
Las medidas anunciadas por su gabinete explicitaron un proyecto de restauración conservadora. Y es ahí donde la palabra «golpe» adquiere sentido. No hubo tanques en la calle, ni militares, pero todos los hombres de la dictadura lo celebran.
Mientras tanto, una presidenta electa por el pueblo y que no cometió ningún delito, fue derrocada por una conspiración de adversarios, iglesias evangélicas y exiliados junto al vicepresidente, que ofrecieron cargos en el gobierno para conseguir los votos en el Senado.
Así fue destituida Dilma Rousseff, sin causas constitucionales, ni de ninguna clase, pero luego de un proceso lleno de irregularidades y escándalos, conducido por un delincuente que está a punto de ir preso.
Los que perdieron las elecciones pasan a gobernar y los que las ganaron van a la oposición, sin que el pueblo haya intervenido. A todo esto lo podemos llamar golpe, conspiración, o lo que quieran, pero democracia no.
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Origen: Brasil y Argentina gobernadas por la corrupción y el poder del mercado – Barómetro Internacional

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