lunes, 7 de marzo de 2016

El chavista del futuro

El chavista del futuro



Foto: Misión Verdad
Foto: Misión Verdad
El título de este montón de anotaciones que viene consta de dos elementos. El primero es el ser chavista y eso lo vamos a desarrollar más abajo. El segundo elemento hay que abordarlo con más cuidado pero hay también que entromparlo rápido, definirlo lo más precisa y brevemente posible. Para efectos de este escrito, el futuro es un territorio en el cual nosotros, los venezolanos vivientes a esta fecha, ya no seremos los mismos de ahora (ni numérica ni cualitativamente) y eventualmente ya no existiremos. No es fatalismo, es simple apego a una ley biológica, la que nos lleva a una ley sociohistórica: los chavistas de hoy moriremos, pero en el futuro (tú sabes, ese ámbito en el que ya no estaremos) habrá OTRO chavismo porque habrá nuevos chavistas. Unas personas que todavía no han nacido, que son demasiado jóvenes o están en proceso de gestación embrionaria.
Tampoco el país será el mismo; el futuro es un territorio en el cual probablemente el chavismo ya no controlará el gobierno nacional, aunque tal vez sí mantenga dominio político y administrativo en alguna entidad municipal o estadal. ¿Comunal? Dependerá de nosotros, de lo que hagamos hoy, que el chavista del futuro pueda desenvolverse en algo todavía difuso llamado “Comuna”.
Anoten esa última palabra, porque la retomaremos al finalizar el breve paréntesis que viene a continuación, para terminar de ubicarnos en la intención y normas de este ejercicio.
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¿Es aventurero o impertinente imaginarse a un chavista que todavía no existe? Impertinente no, entre otras cosas porque imaginar es gratis y no le hace daño a nadie. Aventurero sí, pero de ninguna manera novedoso, porque todos los “ismos” de la historia humana se han construido planificada y conscientemente. Que al final el ismo se construya o deforme de tal manera que ya su figura originaria sea irreconocible (Perón, Jesús de Nazaret, otros centenares) es otra cosa, pero siempre hay un dato organizacional que promueve las corrientes y propuestas de cara al futuro. Marx tuvo que haber soñado a Lenin para que su discurso encontrara un intento de concreción en la Rusia Soviética, Zamora no hubiera sido posible sin el Bolívar de 1815-1821 y Chávez tal vez hubiera hecho otras cosas sin los antecedentes de Allende, Fidel y el Che.
Los venezolanos son o se sienten esencialmente bolivarianos porque hubo un plan nacional, un proyecto, una decisión de Estado que convirtió a Bolívar en emblema de lo venezolano. El chavismo, etapa posterior al bolivarianismo (no son la misma cosa porque el bolivarianismo está desprovisto de la visión clasista de la historia) tendrá sobre éste una ventaja fundamental: ninguna burguesía o mafia empresarial asumirá para sí a Chávez, como sí ha asumido a Bolívar, obviamente por conveniencia. El Bolívar que nos fabricaron las burguesías nacionales es un bicho de mármol que habla con una voz de trueno del coñísimo, está por encima de todos los seres humanos, es indestructible, inmarcesible, incorruptible e inalcanzable; no se ríe, no conoce más culos que el de su esposa y el de Manuela, no siente dolor: dos minutos antes de morir estaba dictando una carta perfecta, sin errores ni expresiones del tipo “maldita sea esta tos”. El culto a Bolívar se nos impuso a punta de miedo y de imágenes divinas y fatuas, y lo que nos han dicho de semejante superhombre hay que creérselo a los libros y a las momias de academia, porque (casi) no hay forma de confirmar o rebatir lo que nos han dicho sobre el coloso.
Chávez, en cambio, fue uno de los seres seguidos más de cerca por el ojo milimétricamente preciso de la tecnología y por lo tanto es visible e irrefutablemente humano, no convertible en estatua ni en ícono de los poderes tradicionales (los ricos y acartonados nunca glorificarán a un zambo que echaba chistes sobre las veces que estuvo a punto de cagarse en los pantalones, en cadena nacional: o sea, JAMÁS). Insistimos: como defendía un discurso clasista, es insecuestrable por parte del enemigo. Con Bolívar ya prácticamente no queda ánimo de controversia (Bolívar es el padre de la patria y si discutes eso estás muerto o execrado); la imagen de Chávez tendrá necesariamente que ser dialéctica y controversial.
Así que lo bolivariano es una construcción planificada y no siempre justiciera; Chávez intentó bajar a Bolívar del pedestal y lo hizo carne de pueblo. Claro que percibir esos encadenamientos ahora, a la distancia, es más cómodo y fácil que hacer el ejercicio al revés. Pero no está de más intentarlo, aunque sea para que otros se animen a continuar la soñadera: Chávez, carne de pueblo, seguramente seguirá siéndolo, y por lo tanto es de prever que habrá chavistas y chavismo hasta que haya Venezuela.
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Así que, para comenzar la enumeración de características probables del chavista del futuro, acuñemos esa que dejamos en suspenso por allá arriba: el chavista del futuro cree en la Comuna como escenario de construcción social, así ya no exista un ministerio para las Comunas. El chavista del futuro tendrá que arreglárselas con algo más dramático pero más potente que los ministerios: el espíritu de comunidad, de Democracia Participativa y Protagónica (¿te acuerdas?, así le pusieron nuestros bisabuelos al período histórico y político que les tocó inaugurar por allá en 1999). El chavista del futuro (en lo sucesivo lo llamaremos ECHF, para abreviar) entiende que es preciso seguir haciendo la Revolución y esto no es posible de manera individual sino en comunión con sus camaradas.
Los Consejos Comunales, formaciones arcaicas, perseguidas e ilegalizadas, ya no son figuras administrativas que reciben recursos del Estado, sino cónclaves de conspiración y organización popular que sólo reciben del Estado plomo, coñazo y propaganda funesta: “Ahí están los chavistas trasnochados esos que quieren hacernos regresar al comunismo”, truenan las viejas idiotas que en aquel remoto 2016 todavía no habían nacido, pero que igual hablan güevonadas sobre aquella extinta Quinta República, sobre las que sus padres, los medios de información y los textos escolares les han hablado durante toda su vida.
ECHF es esencialmente clandestino, porque el chavismo es una corriente criminalizada, perseguida, y sometida a represión policial, mediática y judicial. Hubo un tiempo en que declararse chavista públicamente era símbolo de lo más luminoso y esperanzador de la venezolanidad; hoy es un movimientounderground que sigue siendo referencia para un sector de oprimidos conscientes de su rol histórico, pero que debe cuidar sus métodos de captación de militantes activos.
Aunque reconoce y valora las herramientas de la comunicación, ECHF tiene cuidado de no propagar con demasiados pormenores los éxitos y conquistas del Movimiento. Cuando el líder fundador Hugo Chávez era presidente de la República solía quejarse de que las políticas informativas de la Revolución fueran tan precarias e ineficientes; “Un Gobierno que no difunde sus logros es como si no estuviera haciendo nada, como si no existiera”, repetía desconsolado. Ahora ese no comunicar se ha convertido en una importante táctica de defensa; ECHF sabe que lo que en aquel entonces se llamaba “promoción de los logros” ahora puede considerarse delación: los lugares donde el chavismo ha obtenido triunfos y consolidado su presencia deben ser resguardados, protegidos sus rostros y nombres fundamentales.
ECHF es esencialmente un ser humano trabajador, humilde y excluido y no le importa que se le note. Atrás ha quedado el tiempo remoto y lamentable en que a cierto chavismo se le relacionaba con riqueza fácil y frivolidad. En los albores del movimiento al chavista se le llamaba horda, turba, perraje, pataenelsuelo; lo más puro y potente del chavismo nació en la miseria y ECHF volverá a convocar a las mayorías desde las privaciones más lamentables. En un país entregado a los empresarios y a las potencias hegemónicas ECHF esgrimirá otra vez el discurso del combatiente ardoroso aunque reducido a pobreza.
ECHF sigue reivindicando la condición de rebeldía inherente a los revolucionarios del mundo.
ECHF tiene aliados y militantes activos en las Fuerzas Armadas, en medios de información de la derecha; en empresas y universidades, pero ECHF no es mayoritariamente militar, profesional, empresario ni académico, sino campesino y obrero. ECHF tal vez tenga permitido alguna vez reinscribirse como partido (después de ser proscrito e ilegalizado), y entonces resurgirá la vía electoral como forma de reconquistar el poder, o al menos el control del Estado.
ECHF revisa, analiza y discute los discursos de Hugo Chávez. Ese será el constructo vital de su movimiento. Los encadenamientos que se produzcan en esa revisión (el Chávez alternativa o simultáneamente marxista, cristiano, rodriguista, bovero y bolivariano) serán complemento pero no requisitos del ser orgánico: ECHF será chavista aunque no sea marxista, prefiera llamarse ateo o le disguste tanta referencia a la densa literatura, patrimonio de quienes tienen tiempo y condiciones de vida propicias para la lectura profunda y serena.
Hemos observado que existen bolivarianos y cristianos a pesar de que Cristo y Bolívar murieron hace rato. De la misma manera, el chavismo existirá incluso cuando el último ser humano que conoció o vio en vida a Hugo Chávez haya muerto. Así será, porque incluso cuando las herramientas y plataformas tecnológicas de la información hayan colapsado (y colapsarán, porque la infraestructura y el modo de producción que mantienen con vida a internet, sus dispositivos y mecanismos derivados ya son insostenibles) hay soportes superiores y más estables que el papel, el plástico, el titanio y el coltán, reproductores más allá del video y el mp3: la memoria cerebral y corporal de los seres humanos, los afectos transmitidos de una generación a otra y por último el conductor universal que es el verbo, que es lo que hubo al principio y existirá hasta el final.
Por: José Roberto Duque
Misión Verdad

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