miércoles, 9 de marzo de 2016

Drogas para menores

Drogas para menores
 

Por Ragnarok / Conspignity
Nuestra ignorancia hacia el sistema económico, social, político y en definitiva hacia todo lo que tiene importancia en este mundo, hace que nunca nos rebelemos contra los males que inciden en nuestra vida cotidiana. Más allá de eso, hay una serie de productos que nos quitan las ganas de hacerlo.

Alcohol, tabaco, cocaína, “tele basura”… son sustancias o productos inventados por farmacias o grandes empresas para tratar de mitigar nuestra ira en torno a las situaciones que la vida nos pone por delante y que somos incapaces de controlar.
Nos atontan, nos dan algo que se supone que nos sienta bien y nos enganchan a ello.
Esa falsa sensación de bienestar inoculada por esos poderes que lo único que desean es mantener su granja llena de humanos, llena de manos no pensantes, llena de dolor y sufrimiento para paliar su ansia de dominio desenfrenando.
Esa falsa sensación no solo afecta a adultos, si no, que ya no dejan a los adolescentes ser libres de pensamientos.
Legalmente (y moralmente), un menor no puede distraerse con lo anteriormente mencionado. La tele basura es el único punto donde el menor podría ser manipulado en casa, pero no le atrae, no le llena, busca la satisfacción en otra cosa y tras mucho tiempo devanándose los sesos, la élite, tiene al fin su respuesta: Redes Sociales.
Un reciente estudio demuestra que Facebook es como la cocaína, así que ya tienen controlada al 100% de la población. Nadie moverá un dedo para salir de la situación déspota que tenemos en el mundo.
Fácilmente, un adolescente puede estar todo el día enganchado a su teléfono, actualizando constantemente sus diferentes redes sociales, buscando una aceptación social, que muy probablemente tengan, sólo que se la han camuflado de amargura y rechazo.
Todos conoceremos a alguien en esta situación.
Estar con alguien ahora es más difícil que antaño, y eso que la tecnología comunicativa debería hacernos más sencilla esta tarea.
Sí, quedaremos con esa persona, pero realmente no estaremos con ella, en su cabeza sólo habrá cabida para sus redes, dejándonos en segundo plano, y es que si no lo hace, como buena droga que es, la persona pasará una fase de síndrome de abstinencia.
Las parejas de antes discutían en persona, ahora las redes sociales han acaparado tanto su atención que nos podemos tomar en serio cualquier comentario digital que se realice.
Se enfrentan con familiares por estar en el Facebook o, directamente, evitan tener cualquier conversación, actividad o acto con ellos para pasar el día en su habitación con su ordenador, pasando fotos y fotos sin ninguna satisfacción, tan solo con la sensación de obligatoriedad que les inculca las redes.
Es triste ver como los jóvenes se desvinculan de sus relaciones por que su binomio no tiene la misma inquietud por las redes.
“Si estas conmigo, ¿Por qué no has puesto ‘en una relación’?”. Cuántos de nosotros habremos vistos escenarios como éste.
La importancia que se la da a Facebook (o sitio similar) es desmesurada, teniendo en cuenta de lo que se trata, una red social, en la que se a desvirtuado la palabra “social” convirtiéndose en “inalienable”.
Inalienable, porque lo hemos hecho fundamental en nuestras vidas y en nuestras relaciones personales. Parece que como los derechos humanos, sea algo irrenunciable.
Un menor, que haya crecido con las redes ya no puede deshacerse de ellas, lo hemos visto previamente, es su propia “cocaína”, la que no le deja pensar ni ser coherente con sus ideales, los cuales quizás, se basen en sus redes.
Evitar pensar es algo más preocupante de lo que parece a priori.
En política, alguien que no recapacita ni procesa la información que le ponen delante, es alguien interesante, ya que es un voto fácil para los partidos.
Alguien que se puede captar de una sencilla manera con una serie de engaños sin esforzarse lo más mínimo en planificar estas argucias.
Estos jóvenes, no tienen esa capacidad de análisis, la información que leen por las redes sociales la califican de valida sin sondear la posibilidad que sea falsa o que haya otra propuesta más factible.
Utilizan las redes sociales como su única fuente de información.
Para injuriar más a los jóvenes, les eliminan las clases de filosofía. Dentro de unos años, tendremos adultos que serán ingenuos mentales gracias a estas drogas cibernéticas.
Eso sí, las élites son inteligentes, y no dejan nada al azar, su apuesta de futuro ya a comenzado y, si nada cambia, posiblemente, ya estén ganando.
La única brecha que tiene esta droga es que no afecta al sistema inhibitorio, es decir, tiene cura. Tenemos que aprovechar este resquicio que nos brinda para “salvar” la mente de nuestros jóvenes antes de que inventen algo para que el proceso sea irreversible.
Debemos ayudarnos a nosotros mismos, erradicar estos hábitos que nos impiden ver la realidad tal y como es y así, podremos ayudar a los más jóvenes a tener una percepción de la vida, ya no más real, si no, obtenida por si mismos.
Evidentemente, en la época en la que vivimos es prácticamente imposible vivir sin redes sociales, mucha gente se nutre de ellas para contactar con amigos, conocidos o familiares lejanos y es el punto bueno de este producto. Pero, como cualquier droga, hay que controlarla, no excederse en su uso y sobretodo, saber para que la usamos y cual es su fin.
Ragnarok

 

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