Después de la caída del bloque comunista a finales del siglo XX, Occidente echa de menos un enemigo capaz de movilizar su economía. Como países como China, Corea del Norte y Cuba no cumplen esta función, Occidente ha vuelto a designar a Rusia como país que supone un obstáculo para la prosperidad en Europa y Estados Unidos.
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© Película "El Señor de la Guerra"
Así lo piensa el observador de la revista alemana Contra Magazin Marcel Grasnic, que está convencido de que contar con un enemigo es imprescindible para la economía, la alianza, y la política expansionista que representa Occidente.

El comunismo no fue derrotado, pero retrocedió en todo el mundo, sostiene el autor. El bloque del Este desapareció, Cuba fue bloqueada, China, el gran enclave comunista de Asia, parece haberse transformado en una economía de mercado. Corea del Norte se ve todo el tiempo condenada por la comunidad internacional. En estas condiciones ninguno de estos países puede ser considerado una amenaza evidente.

A su vez, Rusia sirve de "imagen hostil que no hace falta inventar, dado que esta ya ha arraigado debido a los conflictos del pasado". Cada vez más fuerte, este país es exactamente lo que necesita Occidente en un momento en que su presidente, Vladímir Putin, está conformando una unión de países alternativa y potencialmente peligrosa para el bienestar occidental: los BRICS.

Los ciudadanos de Occidente tienen un pensamiento dual, basado en dos milenios de adoctrinamiento eclesiástico, sostiene el analista. "Siempre debe haber dos lados opuestos: el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el comunismo y el capitalismo, Occidente y Oriente". Sin un adversario, "toda la estructura del poder mundial es inútil", afirma Marcel Grasnic. Y los poderosos mantienen esta dualidad "porque naturalmente quieren permanecer en el poder".