EE.UU. ha organizado la crisis política en Macedonia para alejarla de Grecia y Serbia, que apoyan el proyecto del gasoducto ruso-turco que suministrará gas natural ruso a Europa, para así frenar la creciente influencia de Rusia en el Viejo Continente, afirma el politólogo y economista estadounidense Paul Craig Roberts.

El Gobierno macedonio se negó a apoyar las sanciones políticas y económicas contra Rusia y además apoya el proyecto del gasoducto Turkish Stream, que suministrará gas natural ruso a Europa a través de Turquía hasta la frontera griega, por lo que Washington está dispuesto a derrocarlo como hizo recientemente en Ucrania, escribe Roberts en su artículo.
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Grecia, continúa el politólogo, está siendo saqueada por la Unión Europea, el FMI y por bancos alemanes y neerlandeses, con lo que la están empujando hacia Moscú. Serbia, por su parte, sufrió las consecuencias de las políticas occidentales y de los bombardeos perpetrados por la OTAN. "EE.UU. teme que Macedonia, que se encuentra entre esos dos países, se una a una especie de alianza europea que apoya proyectos energéticos rusos y sobre la que Washington no tendría ningún control", explica Roberts.

Si EE.UU. logra derrocar al actual Gobierno macedonio, podrá interponerse entre Atenas y Belgrado, y probablemente convencerá a Grecia para que se alinee con el gasoducto de Azerbaiyán, apoyado por Washington y a través del cual Azerbaiyán abastecería de gas a Europa y reduciría la influencia de Rusia en la región.

El politólogo también hace hincapié en la minoría albanesa en Macedonia, que está siendo "utilizada como herramienta" para concretar los intereses estratégicos estadounidenses. "Albania es miembro de la OTAN y un vasallo de Washington, que se ha alineado con los disidentes albaneses en las manifestaciones. Pero irónicamente el Departamento de Estado continúa expresando su preocupación por la crisis política macedonia que ellos mismos han orquestado", finalizó.