lunes, 22 de diciembre de 2014

Infanta Cristina será juzgada por fraude fiscal



Infanta Cristina será juzgada por fraude fiscal

Un juez considera que la hermana del rey de España fue 'cooperadora necesaria' en dos delitos de fraude fiscal; la resolución no es apelable


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22/12/2014 07:27 Reuters / Fotos: AP y EFE

MADRID, 22 de diciembre.- La infanta Cristina de Borbón, hermana del rey de España, será el primer integrante de la Familia Real de ese país que se sentará en el banquillo de los acusados, después de que un juez considerase el lunes que fue "cooperadora necesaria" en dos delitos de fraude fiscal.
Se decreta la apertura del Juicio Oral (...) contra Cristina de Borbón (...) en concepto de cooperadora necesaria de dos delitos contra la Hacienda Pública", dijo el juez de Palma de Mallorca José Castro en una resolución de apertura del juicio oral.
El juez fijó una fianza de 2.69 millones de euros (3.2 millones de dólares) para Cristina al iniciar el juicio contra 17 personas, entre ellas su marido, Iñaki Urdangarin, para el que impuso una fianza de casi 15 millones de euros.
El magistrado fijó un plazo de 20 días para que los enjuiciados presenten sus escritos de defensa, tras lo cual el caso será remitido al Tribunal Superior de Justicia balear para que se celebre el juicio.
La resolución del lunes no es apelable.
La hermana del rey Felipe VI deberá responder ahora si dispuso y gastó dinero público destinado a Aizoon, una sociedad 'pantalla' que poseía en un 50 por ciento con su marido, un ex jugador de balonmano.
Castro desestimó la solicitud de sobreseimiento de la causa contra la infanta, de 49 años, pedida por la Fiscalía Anticorrupción de Baleares y por su defensa.
El juez sostiene que la duquesa de Palma era cooperadora necesaria en los delitos de Urdangarin, y que sin su consentimiento y su actuación no se habrían cometido.
Este uno de los muchos escándalos de corrupción de alto nivel que han minado la fe en las instituciones públicas en España, en momentos de una grave crisis económica caracterizada por profundos recortes en los gastos sociales.
Desde que asumió el trono en junio tras la abdicación de su padre Juan Carlos I, Felipe VI ha puesto en marcha medidas para recuperar la confianza en la Corona, como la prohibición a los miembros de la Familia Real de trabajar en el sector privado o la eliminación de los gastos de representación a los que tenían derecho sus hermanas mayores, Elena y Cristina.
La infanta Cristina, en un intento por alejar a su familia de la presión de los medios, se trasladó con sus cuatro hijos a Ginebra, donde trabaja para una fundación.
La investigación a Cristina y a su marido ha perjudicado notablemente la imagen de la Casa Real y desde algunos sectores se atribuyó como una de las causas de la abdicación de Juan Carlos I este año.
Urdangarin y su ex socio Diego Torres se sentarán en el banquillo para responder por su gestión del Instituto Nóos, una organización sin ánimo de lucro que el marido de la infanta presidió entre 2004 y 2006, y desde la que presuntamente se desviaron 5.8 millones de euros de fondos públicos.
jrr

Ningún país debe dejar sus energéticos en manos extranjeras: Álvaro García Linera

Ningún país debe dejar sus energéticos en manos extranjeras: Álvaro García Linera
Nuestra nación lo hizo por 125 años y nos convertimos en la más pobre del continente, dice
Blanche Petrich
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de diciembre de 2014, p. 12
Hace años, Bolivia abandonó su ancestral sitio entre los países más pobres de Sudamérica. Ahora, con el proceso encabezado por el indígena aymara Evo Morales, se sitúa entre las tres economías de mayor crecimiento en la región. Parte del éxito –el año próximo se espera un crecimiento arriba de 5 por ciento– se basa en su política de renacionalización de sus recursos naturales, principalmente gas y minería.
El vicepresidente Álvaro García Linera ve con preocupación como México, con su reforma energética privatizadora, camina en sentido contrario, pese a ser potencia petrolera en el continente. Un país que entrega su patrimonio nacional a otras manos y que se llevan las ganancias, tarde o temprano va hacia un empobrecimiento de la sociedad. Ningún país debería dejar en manos de empresas extranjeras la riqueza fundamental de su país. Bolivia lo hizo durante 125 años y nos convertimos en el país más pobre del continente.
García Linera no dice que el proceso en su país sea un modelo a seguir, pero da cifras que pondrían verdes de envidia a los estrategas de la gestión económica mexicana. La política nacionalizadora de hidrocarburos y minas asustó en un principio a las inversiones extranjeras. Pero luego de un breve tiempo de sequía empezó el auge. En 2013 el promedio de inversión llegó a mil 100 millones de dólares. En 2014, son mil 700 millones de dólares, un nivel histórico. “Suena poco –advierte el vicepresidente–, pero hay que tener en cuenta que México tiene una economía 30 veces más grande que la nuestra”.
Otros indicadores: crecimiento, 5.5 por ciento para 2014; reducción de la pobreza, 20 puntos en seis años, lo que significa que 20 por ciento de los bolivianos han pasado de esa condición a la clase media; reservas internacionales, de 50 por ciento del producto interno bruto (PIB), una de las más grandes de América Latina; una dinámica del mercado interno que les permite soportar la caída de los precios del gas, que fue de 35 dólares en 2008 a 60 dólares en 2011, y ahora está en 55.
Bolivia no es una taza de leche
Pese a todo, reconoce García Linera, la nación pluriétnica de los Andes no es una taza de leche y su proceso revolucionario está cruzado de contradicciones, de tensiones creativas, como prefiere llamarlas. De eso habla con La Jornada. El matemático de formación pasó sus años de universitario en México y le preocupa nuestro país.
Por diplomacia prefiere no pronunciarse sobre la crisis de Ayotzinapa, sobre la penetración del crimen organizado y la inseguridad. Es él quien durante su estadía aquí, y a lo largo de sus encuentros con amistades y académicos, plantea muchas preguntas. Quiere entender.
–Bolivia se antojaría como un modelo a seguir por la forma como renegoció sus concesiones y contratos con las empresas trasnacionales en las minas y el gas.
–Aplicamos dos procedimientos. En términos de la propiedad del gas, y petróleo en menor medida, bajo tierra o en el ducto se nacionalizó todo. Ninguna empresa particular puede inscribir los recursos que encontró en nuestro subsuelo en la bolsa de valores como propios. Y los indemnizamos.
Para las instalaciones y la maquinaria se firmaron contratos de servicios. En exploración, las empresas buscan gas y petróleo. Si encuentran, la materia es del Estado. Nosotros decidimos a quién y en cuánto se vende. Por la maquinaria, la tecnología y la mano de obra, se paga lo invertido y remuneramos con un porcentaje de ganancia entre 10 y 15 por ciento de la renta. Se llama el government take. El gobierno se queda con el resto.
Además, está el régimen estatal. Hay tres tipos de government take: el petrolero, entre 85 y 95 por ciento; el minero, entre 55 y 65 por ciento, y el banquero, que es de 50 por ciento. Eso nos ha permitido financiar todos los programas sociales.
Antes la proporción era a la inversa. La renta por la riqueza nacional salía del país durante 125 años. Y éramos el país más pobre del continente; sus representantes iban cada fin de año a Estados Unidos a pedir préstamos para pagar salarios, porque en casa teníamos una burocracia que nos estaba haciendo marchas, pues no teníamos con qué pagar. Hoy día hasta pagaremos doble aguinaldo.
–Hay quienes consideran caducas estas ideas nacionalizadoras.
–La nuestra no es una mirada estatizante. Sabemos que en muchas cosas es mejor que el Estado no se meta porque es demasiado burocrático, a veces inoperante. Es bueno dar paso a la iniciativa individual y extranjera. Pero está claro que en cosas decisivas de la riqueza de un país, como son sus recursos naturales, tiene que ser el país el que agarre las riendas, porque si no se le escapa de las manos la conducción de su destino y el usufructo de unas riquezas que no son renovables.
–¿Preocupa que México vaya en sentido contrario, hacia la privatización y entrega a empresas extranjeras?
–Tengo que responder como vicepresidente. Respetamos lo que ha decidido el gobierno mexicano. Pero Bolivia muestra que hay otra manera de hacer las cosas. No tendríamos estas tasas de crecimiento, de superación de la extrema pobreza, de expansión, de bienestar colectivo de una sociedad secularmente llevada a la miseria, si no hubiéramos tomado esa decisión, que es, además, competitiva, eficiente y atrae inversión extranjera.
–¿Quiénes están invirtiendo en Bolivia?
–Total de Francia; Repsol, de Espana; Petrobras, de Brasil y, recientemente, han desembarcado Synopec, de China, y Gazprom, de Rusia. Son las cinco más grandes.
El segundo rubro de inversión es minería, estaño y cobre. En el estaño hay dos minas estatales, pero ahora vamos a pasar al área de fundición y darle valor agregado.
Tercer periodo
Evo Morales comenzó su primer periodo presidencial en 2006 y su segundo en 2011. En enero asume por tercera ocasión. Ha expulsado al embajador de Estados Unidos. Enfrentado intentos de golpe de Estado por conspiración de grupos conservadores. Pero también ha chocado con sus propias bases: hace dos años enfrentó levantamientos de los indígenas del Tipnis/Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure), en la Amazonía. Hace un año, a los mineros del estaño en Huanuni. Todo ello producto de las contradicciones naturales en un proceso que pretende ser revolucionario, que necesariamente tiene que dar uno o dos pasos atrás para avanzar de nuevo; resultado de tener una sociedad en movimiento donde la gente, además de sus preocupaciones cotidianas, tiene un poco de tiempo para dedicarle a la política. “De pronto tenemos que en Bolivia hay 10 millones de especialistas en gas. Luego esos mismos 10 millones –o sea, toda la población– son especialistas en fondos de pensiones. La gente se ha politizado y eso es una virtud”.
Marxista clásico y gramsciano, integrante del Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK) y preso político durante cinco años, el intelectual en la mancuerna que forma con el presidente Morales desde que se lanzaron a la lucha política a partir de las guerras del gas, el agua y la coca, en 2000, ahora que ejerce el poder se ha topado con situaciones que no encontró previstas en la literatura de Gramsci, Mao, Marx o Lenin.
Una de ellas es la que se expresó hace un año durante el enfrentamiento del gobierno con los mineros de Huanuni, gloriosos, proletariado de muchas luchas. Se nacionalizaron las minas de estaño, se controló la mina y se armó lo que llama “la autogestión más radical del continente. Los mineros deciden quién es el gerente, en qué se gasta la plata, cuánto es el salario, cuánto para máquinas, cuánto para ahorro. Excelente. Pero esos compañeros también decidían qué hacer con las ganancias y resolvieron que se vuelvan salario. Y resulta que las minas son de todos los bolivianos.
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Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, durante el acto en que se nominó a La Paz como Ciudad Maravilla del MundoFoto Xinhua
¿Cómo hacer que el control de lo comunitario siempre tome en cuenta al resto? Al Estado le toca tomar en cuenta a toda la comunidad. Y nos tuvimos que enfrentar. Ellos marcharon. Nosotros no hemos reprimido, pero los confrontamos con el resto de la sociedad. Ventilamos que los ingresos de la mina eran de 50 millones de dólares que se habían ido en puro salario. Preguntamos, ¿les parece justo? La gente ha protestado, les silbó, los derrotó. Ahora los mineros están nuevamente con nosotros. Evo ganó electoralmente en la mina y hay un minero en el Congreso. Esa es una contradicción de todo proceso revolucionario: cómo asumir los derechos universales de todos.
Además de tener una visión de nación, el boliviano tiene lo que García Linera llama la Agenda 2020-2025, que va mucho más allá de los plazos presidenciales previstos. Esa agenda incluye reducir la pobreza a cero, dotar de todos los servicios a toda la gente, esté donde esté, industrializar todas las materias primas, 12 temas que generan un horizonte de época.
–¿Qué es eso?
–En las elecciones pasadas ya no se discutió con la oposición qué proyecto de país elegir, sino quién puede realizar mejor nuestro proyecto de país. Por eso ganamos por primera vez en Santa Cruz, la región más pujante, más conservadora. Se rompió la polaridad que tensionaba la vida política del país. Se cohesionaron las alianzas sociales. La poderosa Central Obrera Boliviana anteriormente votaba por nosotros, pero no se adhería. Ahora sí: obreros industriales, constructores, mineros, fabriles, los sectores duros del viejo sindicalismo se involucraron en el movimiento.
Existe una coalición de movimientos populares flexible que se ha ampliado: campesinos, indígenas de tierras bajas y altas, transportistas, y ahora obreros. Y es la que ejerce el poder real. La Coordinadora Nacional por el Cambio está por encima de la estructura partidaria. Ahí se deciden aumentos salariales, relaciones sociales, pensiones, leyes de trabajo, de salud, de minería, de agua. Se construye en ese nivel antes de elevarla al Parlamento.
–¿Y cómo funciona el movimiento en las zonas indígenas?
–Tenemos cinco años de vigencia de la nueva Constitución de nación pluricultural. Antes, los cinco años anteriores fueron de aguantar, de resistir. A partir de 2009 nos colocamos a la ofensiva, construyendo este horizonte de época.
En el movimiento campesino indígena es lo mismo, aunque con diferencias, según sean las tierras, altas o las bajas. En las tierras altas los indígenas son mayoría. Mientras que en Beni, Pando, Santa Cruz los indígenas no son ni 2 por ciento de la población, mientras en los altos son 46 por ciento. Ahí sólo ganamos donde logramos cambiar las estructuras de poder. Hay lugares donde el terrateniente o el sistema gamonal (caciquil) todavía controla la tierra o el comercio, los sistemas de transporte y la estructura local, el comercio de materias primas. Ahí el Estado es paracaidista. No hemos logrado entrar para quedarnos. Es territorio de terratenientes, comerciantes e iglesias. Y de USAid.
–Antes de ser nación pluriétnica constitucionalmente tuvieron que enfrentar un sistema social y cultural racista. ¿Cómo lo lograron?
–Decimos mediante un proceso de indianización del Estado. En la Constitución, las naciones indígenas son sujetas de derecho colectivo: a sus sistemas políticos, de justicia, que es paralela a la ordinaria, distribución de tierras. Hasta 2000, 39 millones de hectáreas estaban en manos de empresarios, 13 millones de campesinos. De indígenas, cero. 2014: pueblos indígenas tienen 24 millones de hectáreas. Campesinos, 13 millones de hectáreas, empresarios, cinco. La estructura de tenencia de la tierra tiene predominancia indígena. También está el sistema de elección de autoridades, no sólo en las alcaldías, en el Parlamento, en las gobernaciones. En la elección pasada seguro que en la composición en la Cámara de Senadores vamos a bordear 60 o 65 por ciento de organizaciones sociales.
–Todo ello pasó por un choque cultural. La población no indígena criticó esto como exceso.
–O como retroceso. Aún hay racismo, pero hay que irlo trabajando una, dos generaciones más.
¿Hay relevo?
–Acerca del liderazgo del presidente Morales, ¿hay relevos para cuando termine su siguiente administración? ¿Hay otros liderazgos que tomen la estafeta?
–Recién vamos a empezar la gestión el 22 de enero. No hemos pensado en 2020. Pero tenemos mucha confianza en lo que hemos llamado la generación Evo, jóvenes profesionistas, campesinos, líderes sociales, indígenas, estudiantes que no se forjaron en las batallas contra el neoliberalismo. Y cuando Evo el presidente esté culminando su mandato, la mitad de su vida la habrá basado bajo este régimen.
–El tema de las relecciones ilimitadas siempre inquieta.
–Tal y como está la Constitución, Evo no se puede relegir.
–¿Están pensando en reformar la Constitución de nuevo para permitirlo? Se reconoce que la construcción de un cambio profundo no se logra de la noche a la mañana, en unos pocos años. Pero la eternización en el poder es una de las preocupaciones y debates sobre la calidad democrática.
–No lo hemos pensado.
–Los dos primeros periodos de Evo estuvieron jalonados por intentos golpistas. No se habla más de esa amenaza.
–Es algo que nunca va a desaparecer del todo, pero hoy por hoy está bastante neutralizado. Pero como buenos bolcheviques de línea jacobina siempre dormimos con un ojo despierto. La derrota que le infligimos a la Media Luna (zona no indígena al oriente del país) en 2008, política, ideológica y militarmente, dejó sentada por un buen tiempo el uso de la fuerza o cualquier tentación de golpismo militar. Pero ha ayudado mucho el fuerte liderazgo de Evo para conjurar este tipo de intentos.
–En el ámbito regional, desde Washington ya no se habla del eje del mal, pero sigue la hostilidad contra los regímenes bolivarianos.
–Durante la primera gestión hicimos todos los esfuerzos para construir una relación de amistad, tolerancia y no injerencia. He de haber estado en Estados Unidos unas seis veces, haciéndome agendar para hablar con los congresistas, platicarles de nuestro proceso, expresar nuestro respeto, pero pedir respeto. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos se involucró en el golpe de Estado civil en 2008. Fue cuando el presidente Evo expulsó al embajador estadunidense. Y quedó en pie el mecanismo de injerencia suave USAid.
–Luego sacamos a la DEA. Ellos usaban la información de la lucha contra el narcotráfico para imponer agendas políticas. Desde que se fue hemos asumido el costo de la lucha contra el narcotráfico, hemos erradicado más hectáreas de coca. Estamos mejor sin la DEA.
Pero sí planteamos una mejora de nuestras relaciones condicionada a que ellos no se metan en nada. El nivel de relaciones ahora es de consejeros. La semana pasada la cancillería propuso un encuentro entre el presidente Evo y el presidente Barack Obama.