jueves, 20 de noviembre de 2014

El gobierno podrido de Peña Nieto y las garras de los poderes fácticos

El gobierno podrido de Peña Nieto y las garras de los poderes fácticos
Por:  / 19 noviembre, 2014
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La crisis del gobierno federal es irreversible, no se vislumbran soluciones ni a mediano plazo, porque a la descomposición del régimen nacido del Consenso de Washington se suma la bancarrota en sólo dos años del desgobierno de Enrique Peña Nieto. Tal resultado es consecuencia del menosprecio absoluto que el grupo en el poder tiene de la sociedad mayoritaria, situación que condujo al pleno desconocimiento de la realidad nacional, lo que a su vez indujo a cometer abusos y errores impensables en otros tiempos. La cuestión a resolver en este momento es cómo crear condiciones mínimas de estabilidad política, sin cometer más graves equivocaciones como la amenaza de reprimir al pueblo si no se depone la actitud defensiva que comenzó a aflorar el último trimestre del año.
Tal amenaza, expresada sin tapujos apenas al regresar de la inoportuna gira de Peña Nieto a China y Australia, es una demostración muy clara de la carencia de un elemental oficio político de Peña Nieto y su equipo cercano. En vez de quedarse callado ante la imposibilidad de justificar la corrupción que ha salido a flote, a pesar de la complicidad de los medios electrónicos, el inquilino de Los Pinos se puso a lanzar amenazas, cuando por otro lado hay un justificado encono de la gran mayoría del pueblo por tanto abuso de la élite oligárquica y sus empleados en el gobierno federal, y sobre todo por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado en Tlatlaya y Ayotzinapa.
En este contexto, llama la atención el deslinde que están tratando de hacer dos de los más consistentes aplaudidores del régimen y de los más feroces críticos de Andrés Manuel López Obrador. Nada menos que Carlos Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva, puntales de Televisa en los momentos en que el gobierno federal ha necesitado apoyo firme del monopolio televisivo. Este último se ha distinguido por su celo al criticar a López Obrador, sin cuidar la debida objetividad que debe ser la base de una información y más aún de una crítica. Ahora se dan cuenta que Peña Nieto no es el mandatario que necesitan los mexicanos en esta hora crucial, cuando hace todavía pocas semanas se desvivían por justificar el modo de “gobernar” del mexiquense.
Es obvio que obran como lo están haciendo porque obedecen consignas de quienes les pagan, no lo hacen porque estén enojados con Peña Nieto y rechacen su pésima actuación al frente del Ejecutivo. Cabe la pregunta, también obvia, si lo que buscan sus patrones es aprovechar la coyuntura para negociar algo económicamente muy importante para el consorcio televisivo. El mensaje a Peña Nieto es evidente: podrás seguir contando con nosotros siempre y cuando aceptes las nuevas condiciones que nos interesan para el resto del sexenio.
Los poderes fácticos consideran oportuno aprovechar el momento de grave crisis estructural para buscar mayores ganancias y privilegios. De ahí que mientras más permanezca Peña Nieto al frente del Ejecutivo, más graves serán las consecuencias para el país de la terrible descomposición del régimen. Los principales asesores de Peña Nieto deben creer todavía que las cosas pueden solucionarse con una adecuada estrategia de reparación de daños, lo mismo que deben suponer los ejecutivos del duopolio televisivo: por eso mandan a Loret de Mola y a Gómez Leyva por delante, a fin de preparar el terreno para las nuevas exigencias de quienes tienen el control de los medios electrónicos.
Sin embargo, la realidad irá demostrando lo contrario porque la descomposición del régimen no es superficial, sino que viene desde sus raíces. En la actualidad están completamente podridas, no hay manera de que se regeneren. La única salida menos complicada, lo saben perfectamente en la Casa Blanca, es un gobierno de transición que no ponga en riesgo la estabilidad económica y financiera en víspera de que se ponga en marcha la reforma energética y cuando se aproxima un proceso electoral que será decisivo en la actual coyuntura de crisis generalizada.
El problema es que dentro del PRI hay fuerzas que no aceptan de ningún modo que tal posibilidad sea la única salida viable. Harán todo lo que sea necesario para evitarlo, incluida una represión de alcances inéditos, porque en su proyecto partidista no está contemplado dejar la presidencia de la República, mucho menos por la puerta de atrás.

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