sábado, 26 de julio de 2014

La falsa amistad del engañado burgués

La falsa amistad del engañado burgués

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Por Eduardo Zeind Palafox



Al burgués o pequeñoburgués le gusta hablar de la amistad, hacerla una "cosa", cuando sólo es una condición, esto es, algo que nunca está acabado o comprobado. La amistad no es un fin, sino un medio y muchas veces un principio moral que se rompe. Hay amistad por la sangre, por la jerarquía, por la conveniencia, pero sobre todo por la impotencia de nuestros cuerpos y mentes.

En la eterna Roma, como hoy, había árboles pertenecientes a diversas gentes, árboles que traspasaban los límites oficiales, visibles, de las fincas vecinas. Los vecinos, de acuerdo a la ley, debían permitir que los dueños de los árboles traspasaran sus fincas para recoger los frutos en ellas caídos. Tal permisividad no es amistad, ciertamente, pero puede dar lugar a la amistad o figurarla. Hay amistad ahí donde hay intereses compartidos, y nada más. Hay amistad, así, en el tiempo, no en el espacio.

Los clásicos románticos, claro, han hecho de la amistad una entelequia, un ideal útil para mantener la cohesión en las sociedades. Escribo este breve artículo para dilucidar el concepto de amistad.

Lenin sostenía que el arte de la política es el arte de distinguir amigos y enemigos. La enemistad embozada de hipocresía parece amistad, todos lo saben, pero pocos, muy pocos saben desembozarla. La amistad es confianza, fe en el otro. Puedo confiar en la amistad del prójimo cuando puedo cerrar los ojos u ocuparme en algún asunto sin tener que preocuparme de la traición, del robo, del espionaje. Hay amistad cuando puedo creer que el otro hará lo que espero que haga, cuando puedo confiar en que realizará lo apetecido o necesario con la infalibilidad con la que la planta crece.

La amistad elimina toda expectativa, pues es certeza. Pero creer que el otro es certero, o que siempre lo será, es convertirlo en una máquina, es deshumanizarlo. Todo ser humano está expuesto a la falla. ¿Pero cuántas veces tiene que fallar alguien para demostrar que no es nuestro amigo? ¿Una falla en momentos álgidos demuestra la deshonestidad? Las constantes fallas del otro nos obligan a dudar de su amistad, claro. Pero nunca desacreditamos totalmente al otro porque el concepto de amistad que hemos aprendido del mundo romántico nos impide dudar, pues haciéndolo los malos amigos seríamos nosotros. Con tal de no manchar nuestra moral soportamos los fallos ajenos. El burgués, que se cree una gran personalidad, prefiere tolerar traiciones que tenerse por ruin.

Los antropólogos han descubierto que hay sociedades que se mantienen unidas, amigas, por tres motivos, a saber: por amor al equilibrio (siempre habrá parejas, padres e hijos, mas nunca individuos dispersos), por amor a los elementos (fuegos primigenios, cascadas sagradas, etcétera) y por odio hacia la historia (escribir es darle una pistola a un niño, pensarán). "Yo soy de la estirpe judía", dicen los primeros; "Yo soy de esta tierra y sólo bebo de estas aguas", dicen los segundos; "Mi vida terrenal es sólo una etapa, por lo que no quiero agarrarme de la materia", dicen los terceros.

Pensemos. ¿Puede ser nuestro amigo quien desprecia nuestra etnia? ¿Puede serlo quien desdeña nuestra tierra? ¿Puede serlo quien ama los bienes materiales? Bien dice un poema de Paz, llamado "La palabra dicha", que la "simiente no miente". ¿Qué pasa cuando queremos ponernos de acuerdo para hacer, por ejemplo, un proyecto vecinal o una revolución social? Pasa que en la exigencia extrema los amigos aparentes se vuelven enemigos.

Fernando Mires, historiador chileno, en su libro "La rebelión permanente" nos explica que es imprudente tratar de definir qué es una "revolución", anotando: "Al darme cuenta de cómo las definiciones diferían entre sí, me fue posible entender por qué los autores que se han ocupado del estudio de las revoluciones, comenzando por el más prominente de todos, Karl Marx, nunca intentaron definir el concepto. A lo más han intentado describir algunos de sus rasgos más notorios". Una revolución se parece al proceso que crea una amistad. La revolución hace amistades y saca a luz enemistades.

Hay revolución donde hay, como dijimos, intereses compartidos, y hay amistad por la misma causa. Evitaré que el vecino traspase mi finca cuando sepa que sus frutos pueden beneficiarme y cuando perciba que evitarle el paso no me causará problemas ni me expondrá a venganzas. Hace falta la ley para que los hombres se "mantengan" amigos y también para que hagan revoluciones. La ley que rige la amistad en tiempos de paz, la amabilidad y la disposición, digamos, será coercitiva, constitutiva (materialismo histórico, cruce de necesidades, que fraguan hipocresías), ideológica, mientras que la ley que rige la coherencia de las revoluciones será espiritual, instituyente (materialismo dialéctico, cruce de ideales, que fraguan amistades).

Karl Löwith, comentando la filosofía de Carl Schmitt en su libro "Heidegger, pensador de un tiempo indigente", explica que "todos los conceptos políticos son necesariamente "polémicos" por estar ligados a una "situación" dada". El concepto de "amistad" es político, es decir, económico (la política es economía empaquetada). Todas las situaciones determinan nuestro espíritu, nuestro ánimo. A solas maltrato la tierra, pero en compañía la respeto; a solas ofendo al patriarca, pero delante de él me comporto educadamente. ¿Cómo descubrir al traidor u oírlo cuando habla a solas o con él mismo? Atendiendo los discursos que esgrime cuando trata de dar consejos, mostrarse amigo sabio y recubrir con "dialéctica" (con monólogos, mejor dicho) sus ambiciones, nacidas en la historia, que determina su clase social real.

El número 17 de la revista "Pravda", publicada del 20 de enero de 1929, promovió un texto de Lenin, llamado "¿Cómo debe organizarse la emulación?", donde el filósofo pide "hacer que los obreros y campesinos comprendan claramente la diferencia entre el consejo necesario del hombre instruido y el control necesario del "simple" obrero y campesino sobre la frecuentísima "incuria" de las personas instruidas". ¿Los amigos de verdad dan consejos instructivos, "teóricos", o simplemente nos cuidan las espaldas? Un consejo instruido, "teórico", digamos, regularmente habrá sido extractado de alguna ciencia, es decir, de alguna ideología política, pues nadie ignora en los ambientes marxistas que las ciencias modernas son hijas de la ideología o política burguesa. No hay "física pura", sino objetos físicos interesantes para cierta clase social; no hay "matemáticas puras", sino la necesidad de justificar la existencia de algún centro de investigación (la ciencia por la ciencia, claman).

Véase que muchos de nuestros amigos, creyéndose grandes amigos, amigos de verdad, nos traicionan sin saberlo, nos recomiendan hacer tal o cual cosa sin ver que nos están empujando hacia algún tipo de decisión que finalmente será onerosa para nuestra verdadera clase social.

Profesor Eduardo Zeind Palafox
http://donpalafox.blogspot.mx/

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