jueves, 3 de julio de 2014

Familias de Guerrero y Michoacán huyen a EU por temor al crimen organizado



Familias de Guerrero y Michoacán huyen a EU por temor al crimen organizado


2014-07-02





GUSTAVO CASTILLO GARCÍA, La Jornada


Al igual que en Centroamérica, en México la violencia que generan grupos criminales ha provocado que menores de edad y familias enteras huyan de sus comunidades y traten de ingresar a Estados Unidos. En esta ciudad fronteriza los albergues para migrantes han sido impactados por el flujo de quienes huyeron de entidades como Guerrero y Michoacán, ante la amenaza de ser secuestrados o desaparecidos por integrantes de grupos criminales.

En uno de los refugios, la religiosa Salomé Limas Huichapa atiende a dos mujeres que abandonaron sus pertenencias y narra que “a raíz de la violencia se ha incrementado el flujo de mujeres que quieren llegar a Estados Unidos, y también el número de deportadas”.

El albergue de la Madre Asunto, que sólo atiende mujeres con hijos, tiene capacidad para 40 migrantes. “Rara vez se ha llenado, pero de agosto de 2013 a la fecha hemos recibido de un solo golpe, en varias ocasiones, grupos de hasta 25 muchachas menores de edad y mujeres con hijos que han sido deportadas de Estados Unidos. Su presencia nos pone al límite y por eso sólo las albergamos una noche.

“Nos cuentan que lograron ingresar ilegalmente y a los pocos días las detuvieron y deportaron a México. Muchas tuvieron que volver a sus lugares de origen, porque sólo allá tenían algún familiar que les tendiera la mano. Con la violencia que se está viviendo en Guerrero y Michoacán se ha incrementado la llegada de mujeres. Hace unos meses ayudamos a 23 con uno o dos hijos que salieron de Michoacán; buscaban asilo en Estados Unidos, pero fueron rechazadas.”

Herlinda vivió en Estados Unidos más de 15 años. Allá se casó y tuvo cuatro hijos. Todos tienen la nacionalidad estadunidense. “Mi esposo decidió, en 2009, que regresáramos a nuestra tierra. Ambos somos de la zona de Tierra Caliente, en Michoacán.

“Con lo que ahorramos en Estados Unidos compramos una casa y pusimos un negocio. Todo iba bien hasta que las bandas comenzaron a amenazarnos, a decirnos que nos iban a secuestrar. Mi hija más grande tiene 14 años. Hubo quien nos dijo que se la iba a robar. Ya era mucho. Cada semana nos pedían dinero y nos dio miedo.

“Vendimos todo y con eso pagamos el viaje a Guadalajara y de allí hasta aquí (Tijuana). A los niños los mandamos primero; como ellos tienen la nacionalidad estadunidense no tuvieron problema. Mi esposo y yo tratamos de ingresar con un pollero y nos detuvo la Patrulla Fronteriza.

“A mi esposo y a mí nos esposaron. Nos llevaron a unas oficinas; nos quitaron todo lo que llevábamos y nos mantuvieron como cinco días en unos cuartos fríos; no supimos si era de día o de noche. Luego nos llevaron directo al consulado, como si apenas nos hubieran detenido y que nos regresan a Tijuana.

“Mis hijos estuvieron con mi suegra en Los Ángeles, California. Duraron tres meses, les pedimos que regresaran a México porque intentamos pasar como ocho veces y no pudimos hacerlo. Ahora ellos lloran, quieren regresar a Estados Unidos porque aquí no conocen a nadie y casi no hablan español. Estamos viviendo en el albergue porque se nos acabó el dinero y no hay quién le dé trabajo a mi esposo. Intentaremos pasar porque a Michoacán no podemos regresar”, narró Herlinda, mientras su hijo más pequeño, de tres años, se abrazaba de su pierna.

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