martes, 27 de mayo de 2014

¿El subcomandante Marcos realmente desaparece?

¿El subcomandante Marcos realmente desaparece?


Por Surya Palacios  @suryapalacios

Surya Palacios es socióloga, abogada y periodista mexicana. Colabora en la publicación IDConline, que al igual que ADNPolítico.com pertenece al Grupo Expansión.
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El relevo generacional entre los integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) fue asumido formalmente en la dirigencia de ese movimiento desde 2007, cuando el subcomandante Moisés aumentó su contacto con la prensa.
En los diálogos de paz de San Andrés Larráinzar de 1995, Moisés y Zebedeo eran presentados como dos jóvenes miembros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) de esa guerrilla mexicana, es decir –junto con Tacho y Ramona-eran parte de los comandantes a los que simbólicamente se subordinaba el subcomandante Marcos, identificado por el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo como el académico Rafael Sebastián Guillén Vicente.
No obstante, desde el mismo surgimiento del EZLN, el 1 de enero de 1994, para nadie fue un secreto que el mando político y militar del movimiento estaba a cargo de Marcos, y que éste “mandaba-obedeciendo” al CCRI y a la tropa, términos eufemísticos que desde entonces han caracterizado el discurso del líder guerrillero.
Por eso considero que el anuncio de Marcos sobre la desaparición de su personaje debe leerse como uno de los tantos simbolismos retóricos, que a lo largo de estos 20 años ha utilizado el también vocero del EZLN, lo que no implica una renuncia a la dirigencia de la guerrilla, sino un “renacimiento” mediático ahora con el alias o “nombre de guerra” de Galeano.
En términos del discurso zapatista, estamos asistiendo a una nueva representación a través del surgimiento de otro personaje que, al igual que el anterior, tendrá un discurso político para justificarse, y este –en mi opinión- no puede ser muy distinto a lo ya expresado por el personaje Marcos, pues se trata de la misma persona, del mismo hombre mestizo, formado en colegios Jesuitas y en la Facultad de Filosofía de la UNAM, que hoy quiere hacerse llamar Galeano.
Ideológicamente hablando es cierto que las líneas discursivas pueden modificarse a lo largo del tiempo, pero la “voz” característica de Marcos-Galeano seguramente no cambiará de manera drástica, como no lo hizo el estilo de la tesis “Filosofía y Educación, Prácticas Discursivas y Prácticas Ideológicas”, con la que Rafael Sebastián Guillén Vicente se graduó en filosofía en 1980, y que en la práctica es un ensayo de ironía idéntico a los comunicados de Marcos.
Bajo esas premisas, entonces ¿cuál es la finalidad de este cambio?
Creo que hay dos respuestas posibles: En términos del simbolismo del EZLN, Marcos-Galeano intenta hacer una nueva apropiación del espacio público y mediático para reafirmar la presencia del EZLN en el escenario político del país.
No es la primera vez que el grupo utiliza estas estrategias, es la forma en la que esta peculiar guerrilla nos recuerda que no ha dejado de existir, por lo que también hay que voltear al empobrecido sureste mexicano y no sólo discutir los temas de actualidad como las reformas política, energética y de telecomunicaciones que dominan la agenda.
La segunda respuesta es más pragmática: Marcos-Galeano, en mi opinión, debe justificar su membrecía en un movimiento social que hace varios lustros guardó las armas. Esto implica lanzar algunos “golpes mediáticos” para que sean escuchados sobre todo por sus simpatizantes en el extranjero, a fin de disimular que -en los hechos- como guerrillero hace mucho tiempo que está retirado.

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