lunes, 1 de julio de 2013

Las supersticiones en Rusia son cosa seria

Las supersticiones en Rusia son cosa seria

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El debate de los mal agüeros y de las supersticiones se torna a menudo un tema de los favoritos, en los contactos de extranjeros con rusos. Y bien, ¿qué no cabe hacer en Rusia para no ser víctima de desgracias?

Siendo persona no muy supersticiosa, no me entregaría a abrumar a los lectores con mal agüeros de todo tipo. Pero, todo lo decidió una circunstancia. Cierta vez, después de un aguacero corrimos con mis amigos italianos y franceses hasta mi vivienda, donde tuve la mala ocurrencia de abrir el paraguas, para que se secara. Y he aquí que todos se apresuraron a cerrarlo. Así fue como me enteré por primera vez que, en Europa, un paraguas abierto en un recinto acarrea la mala suerte. Así fue también como tuve que hablarles de nuestras supersticiones rusas. Y mucho mas tarde, el místico y astrólogo Vladislav Obolonski explicaba a La Voz de Rusia el origen de esas supersticiones.
1. En primer lugar, no se puede entregar nada a través del umbral.
Todos conocen esto desde la infancia, pero no todos tienen claro por qué está prohibido hacerlo. Vladislav Obolonski lo explica así:
—Desde un comienzo, en la antigua Rusia se solían guardar los restos de los antepasados bajo el umbral. Por consiguiente, era necesario intranquilizar ese lugar lo menos posible. De ahí que, había siempre que cruzar el umbral, nunca se sentaban en él ni entregaban cosas a través de él. El umbral era considerado una suerte de frontera entre los mundos, el asilo de los demonios. De ahí que todos se empeñaban en cruzarlo lo más veloz posible y en no detenerse nunca allí.
De mi parte añado que mis padres y todos mis amigos observan sagradamente esta superstición y no entregan nunca nada a través del umbral, ni hablar ya del estrechón de manos, y lo cruzan para hacer lo uno y lo otro.
2. No hay que devolverse a medio camino.
Y si llegas a hacerlo, hay que acercarse sin falta ante un espejo y mirarse tres veces a través del hombro izquierdo, caso contrario te puede ocurrir una desgracia en el camino. Vladislav Obolonski comentaba:
—Paradójicamente, esta superstición tiene también un vínculo con la primera. Se considera que, si la persona se devuelve sin llegar a su objetivo, sus fuerzas vitales se verán debilitadas, y en el umbral, asilo como recordarán de los demonios, la persona será capturada por estos. Usted se preguntará: ¿para qué hay que mirarse tres veces al espejo a través del hombro izquierdo? El espejo, como se sabe, es el portal entre los mundos. Según la tradición se considera que, toda persona tiene un ángel de la guarda, ubicado tras el hombro derecho, y el demonio tentador, detrás del izquierdo. Si miramos al espejo a través del hombro izquierdo tres veces, recuerden la Trinidad del cristianismo, la persona como que neutraliza la influencia negativa de esas fuerzas.
3. No hay que botar la basura de noche.
Se desconoce a ciencia cierta el origen de esta superstición, la que en cambio es del gusto de los varones rusos. Y ello porque es un excelente pretexto para no botar la basura al llegar a casa después del trabajo.
4. Antes de salir de casa en viaje hay que sentarse.
En nuestra familia es también una inveterada tradición. Cuando alguien sale en viaje, todos los miembros de la familia se sienten, obligatoriamente por unos diez segundos, para luego ponerse de pie y decir, “que Dios te acompañe”. Siempre me ha intrigado como se funde, encantadoramente entre los rusos, los ritos ortodoxos y paganos, y ello porque la costumbre de “sentarse antes de emprender el camino” proviene justamente de tales tiempos. Vladislav Obolonski lo confirma:
—Esta es una superstición pagada por excelencia. Y tiene como base la renuencia de los espíritus del hogar de dejar partir a la persona a un mundo horrible y peligroso de afuera, y al “sentarnos” como que engañamos al duende de la casa, en señal de que no pensamos ir a ninguna parte.
5. No se puede silbar en un lugar cerrado.
Los amantes de silbar con y sin motivo se amargarán, quizás, cuando sepan que en Rusia no se acostumbra hacerlo en absoluto. Se considera que, al silbar en un recinto no habrá dinero. Por cierto que nadie cree en ello, pero extrañamente, al enterarse de ello, los extranjeros dejan de silbar.
Resumiendo, creer o no creer en las supersticiones es asunto de cada uno. Por cierto que es mejor no creer. No soy una persona supersticiosa pero, por si acaso, me miro toda vez al espejo si debo regresar a casa por algo, me siento por unos segundos antes de partir en viaje y nunca boto la basura después del atardecer…
sb/as

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