sábado, 6 de julio de 2013

La muerte de la privacidad

La muerte de la privacidad

El papel de las tecnológicas en el manejo de la información arriesga la libertad del usuario
Publicado por Claudia Ocaranza el Sábado 06-07-2013

La muerte de la privacidad

Publicado por Claudia Ocaranza el Sábado 06-07-2013
CIUDAD DE MÉXICO.- A través de la ventana que abrió Edward Snowden sobre la vigilancia que realiza el gobierno de Estados Unidos en los datos digitales de los ciudadanos, se cuelan cada vez más nuevos aires de información escondida por gobiernos y compañías tecnológicas. Los casos que se han hecho públicos que atentan contra la privacidad de las personas en internet tienen implicaciones legales y hasta diplomáticas.
El papel que juegan las firmas tecnológicas en el cuidado de la información que cada usuario deposita en ellas pone en duda la supuesta libertad con la que se mueven los internautas en la red.
Así, esta edición del 4 de julio en EU estuvo lejos de ser un festejo por la libertad ganada en 1899, y las calles de algunas ciudades se llenaron de personas que exigen a la Agencia de Seguridad Nacional de ese país esclarecer los alcances y los usos de la información recopilada por el software de espionaje PRISM.
Red Social insegura
Facebook es un ejemplo claro de la violación a la privacidad. La semana pasada los portales de noticias dejaron saber que una brecha de seguridad en su sistema durante un año expuso los números de teléfono de contacto y las direcciones de correo electrónico de seis millones de usuarios de todo el mundo.
El acceso a la información personal se producía cuando un usuario utilizaba la herramienta de descarga de información: al hacerlo, podía acceder a direcciones de correo electrónico y números de teléfono de algunos contactos.
La firma de Mark Zuckerberg dijo estar “avergonzada” por esta falla e informó a los usuarios afectados vía correo electrónico, pero investigaciones posteriores indican que la falla es mucho más dañina, pues por la opción de vincular la agenda de direcciones del smartphone con la red social hace que se almacenen los datos que hay en cada ficha de contacto, incluso de quienes no tienen un perfil en la red social pero están guardados en la agenda de alguien con una cuenta.
Un vistazo a la privacidad
Google decidió dar un paso más allá en la computación portable, que se limitaba a, por ejemplo, relojes que monitorean el ritmo cardiaco o el nivel de azúcar. Pero es probable que el mundo no esté preparado para los Google Glass de Larry Page, presidente de la firma, y ya se escuchan opiniones e incluso grupos organizados en contra de los lentes que saldrán a la venta el año próximo.
La organización ciudadana Stop the Cyborg propone “pensar en el impacto de la tecnología nueva y en poner límites en su uso”, tan es así que promociona afiches con la leyenda “Google Glass está prohibido” y “No dispositivos de vigilancia”.
Tanto Stop the Cyborg, como expertos estadunidenses como Michael Chertoff, secretario de Seguridad Nacional durante el gobierno de George W. Bush, opinan que Google Glass hará de cada persona que los porte una puerta de vigilancia, al ser almacenada en la nube cada foto, video y demás información captada por los lentes.

Invasión artística a la privacidad con ADN
Las cuestiones sobre la invasión a la privacidad son motivo de inspiración en el mundo del arte. La artista Heather Dewey-Hagborg recolecta cabello, colillas de cigarro, uñas y goma de mascar usada de lugares públicos y los manipula mediante químicos para extraer de ellos el ADN de sus dueños.
La información genética examinada en un laboratorio es ingresada por Dewey-Hagborg en un software que le indica las características físicas de quienes masticaron el chicle, fumaron el cigarro o perdieron cabello en la plaza, en la calle o en cualquier espacio público.
Descanso
Dewey-Hagborg, quien estuvo recientemente en el TagDF, ha llenado galerías con caras de extraños, cuya privacidad es alterada primero por ellos mismos que, sin saberlo, dejan información genética en las calles, y luego por la artista estadunidense que utiliza su ADN como una prueba de lo fácil que se puede romper la privacidad de cualquier persona.

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