viernes, 28 de junio de 2013

Miguel Carbonell: Nos están espiando los servicios secretos

Miguel Carbonell: Nos están espiando los servicios secretos

Por Miguel Carbonell  @MiguelCarbonell
  
Miguel Carbonell es investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su cuenta de Twitter tiene más de 120,000 seguidores. Su sitio web es www.miguelcarbonell.com
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Las revelaciones del prestigioso periódico inglés The Guardian son demoledoras: los servicios secretos de Inglaterra y de Estados Unidos espían millones de llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes enviados a través de las redes sociales.
Lo hacen "colgándose" de los claves de fibra óptica a través de los cuales circulan por el planeta cotidianamente gran parte de nuestra información personal privada, incluyendo nuestras transacciones bancarias y nuestros pagos electrónicos con tarjeta de crédito.
El servicio secreto inglés tiene destinados 300 agentes a analizar los datos que pudieran ser relevantes y EUA dedica 250 integrantes de la National Security Agency (NSA) a la misma labor.
Los cables de fibra óptica efectivamente intervenidos y analizados (46 cables según The Guardian) transmiten diariamente el equivalente a 8,832 veces el contenido de todos los libros que guarda la famosa Biblioteca Británica.
El sistema de espionaje tiene la capacidad de guardar toda esa información durante seis meses, mientras los especialistas analizan el contenido que pudiera arrojar una pista o ser relevante para una investigación. Todo llevado a cabo en secreto, de espaldas a la ciudadanía de países que, como Estados Unidos e Inglaterra, se presentan como paradigmas del sistema democrático en el mundo.
La información de esta inmensa red de espionaje la hizo pública Edward Snowden, un exempleado de la CIA al que el gobierno norteamericano está persiguiendo bajo cargos de espionaje. Snowden ha buscado refugio en Rusia y en Ecuador, pero lo más probable es que le espere un futuro parecido al de Bradley Manning, el empleado del Pentágono que le pasó a Wikileaks el caudal de información secreta de naturaleza diplomática que causó un escándalo internacional hace unos años. O quizá Snowden termine encerrado en alguna sede consular, como lo está actualmente Julian Assange.
Lo cierto es que no hay excusa ni justificación posible para una actividad tan masiva y desproporcionada de espionaje: se trata de actos propios de sistemas autoritarios, como los que se practicaban en la antigua URSS o en la Alemania del Este y que tan bien se refleja en la película "La vida de los otros" que ganó un Premio Óscar hace unos años a mejor película extranjera.
Es muy decepcionante que el gobierno del Presidente Barack Obama haya participado activamente en este sistema de espionaje global, que sin duda nos afecta también en México.
Obama se propuso en la campaña de 2008 como el candidato del cambio, como un defensor del estado de derecho y de nuestras libertades básicas. Incluso le dieron el Premio Nobel de la Paz. Pero en este tema su actuación ha sido francamente decepcionante. Y todavía peor ha sido su pretendida justificación: "Resulta ingenuo, dijo el presidente Obama hace unos días, que se piense que se puede lograr el 100% de seguridad, con el 100% de privacidad. Algo se tiene que ceder".
Me parece lamentable que debamos renunciar a nuestra vida privada para evitar que se coloquen bombas o se estrellen aviones en contra de edificios. Creo, más bien, que se pueden tomar medidas diferentes, sometidas al debate público y sujetas a mecanismos de control parlamentario y judicial, bien distintas. Nada justifica que se ultraje la vida privada de millones de personas que en modo alguna son sospechosos de ningún acto ilícito.
De todas formas, lo importante es que ahora sabemos que todos estamos siendo espiados y que todo lo que publiquemos en Facebook, sea o no público, puede terminar siendo leído por un agente de la policía. Lo mismo sucede con nuestros emails, nuestros mensajes en Twitter, nuestras reservaciones de hotel realizadas por internet, nuestras transacciones bancarias, nuestros pagos con tarjetas de crédito, etcétera. Todo lo que circula por la red está bajo la mirada de los espías. Y lo peor es que nadie parece dispuesto a decirles que dejen de hacerlo.

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