sábado, 25 de mayo de 2013

Serbia 1999: "Los pilotos de la OTAN querían rematarnos"

Serbia 1999: "Los pilotos de la OTAN querían rematarnos"

Serbia 1999: "Los pilotos de la OTAN querían rematarnos"

Han transcurrido catorce años del término ensañamiento de la aviación de la OTAN contra Serbia. Pero ¿alcanzó la intromisión armada de la OTAN aquellos objetivos por los que emprendió esa agresión?

La Voz de Rusia

¿Dejó Kosovo de ser un foco de inestabilidad? ¿Cesó el terror contra la población serbia de la provincia?
Es verdad que un objetivo se logró alcanzar, pues Hashim Thaci y sus jefes de campo son los amos de Kosovo, metamorfoseados en políticos respetables. En Europa y EEUU se afanan hoy en no hablar de la operación, eufemísticamente denominada, “Ángel misericordioso”. Los políticos europeos y transoceánicos fruncen el ceño cuando les recuerdan a quienes asesinaron o dejaron minusválidos en aquellos trágicos días de la primavera de 1999.
Quiero relatar a los oyentes de La Voz de Rusia de Marina Iovanovic, una hermosa joven que en mayo de 1999 tenía tan solo quince primaveras. De Marina me enteré por mis amigos de Belgrado, quienes me ayudaron a buscarla. Así, nos encontramos en un café de Belgrado y, Marina me contó cómo los pilotos de la OTAN masacraron a creyentes en el día de una gran fiesta ortodoxa -de la Santísima Trinidad:
—Cuando comenzaron los bombardeos, no podíamos creer que algo así pudiera ocurrir en el ocaso del siglo XX. En la década del noventa hubo algunas guerras en los Balcanes: en Croacia, en Bosnia y Herzegovina. Pero aquí, en Serbia reinó siempre la paz. Estuve dos meses en Belgrado, desde el 24 de marzo al 23 de mayo. Durante los ataques de misiles y de bombas a nuestra capital acudíamos a los refugios antiaéreos. Había muchos problemas: a menudo se cortaba la electricidad, el transporte urbano trabajaba mal y se formaban colas horribles para comprar gasolina. Pero, nuestra familia soportó aquello sin pérdidas. Mis padres habían nacido en el pequeño pueblo de Varvarin, donde tenían una pequeña casa, en la que vivían los abuelos. Me propuse viajar a esa apacible provincia a visitarlos. La aviación de la OTAN sobrevolaba el lugar, pero no arrojaba bombas. De ahí que decidí viajar a Varvarin para olvidar un poco las pesadillas de la OTAN.

Viajé además a Varvarin porque allí vivía mi mejor amiga, Sanya Milenkovic, la mejor estudiante de matemáticas de Yugoslavia. Muchas veces había triunfado en Olimpíadas internacionales de Matemáticas. Sania me telefoneaba casi a diario y me invitaba a Varvarin, donde todo ese tiempo estaba muy tranquilo. Y bien, el 23 de mayo viajé hasta allá. Pasamos toda una semana tan alegremente que me parecía que había llegado a otro país, donde no había ni aviones infernales ni alarmas de ataques aéreos, ni tomahawk ni bombas de muchas toneladas.
El 30 de mayo era domingo, y los ortodoxos celebraban una fiesta jubilosa: el día de la Santísima Trinidad. Para Varvarin es la fiesta principal. Ese día todos salen a la calle, pasean y acuden a la iglesia. Junto con Sanya y otra amiga partimos a las diez de la mañana al templo, situado en la ribera contraria del río. Regresábamos cerca de las trece horas y, estábamos en la mitad del puente, cuando en ese momento pasó volando un avión y corrimos. Los pilotos lanzaron un misil. Ellos debían ver a los niños en el puente, y sin embargo presionaron el botón. La detonación me arrojó al aire y sentí que todo ardía en torno a mí, como un pequeño infierno. Gritaba de dolor porque una pierna estaba prácticamente cortada y se sujetaba tan solo a los restos de piel. Luego caí con el resto del puente que se desplomaba y perdí entonces el conocimiento. Cuando lo recobré me pareció que mis amigas estaban vivas. Yo estaba bañada en sangre, pero vi que Sanya había perdido la conciencia. A esa altura, el avión había lanzado dos misiles más. El puente estaba destruido, pero los pilotos habían decidido simplemente rematarnos. Y es que, sin testigos, no hay acusaciones. Los pilotos de la OTAN asesinaron a mi amiga Sania Milenkoic, y junto con ella a otras diecisiete personas que se habían apresurado a socorrernos. Si los pilotos no hubiesen regresado para un segundo vuelo, todos habrían quedado con vida. Hasta ahora no me explico por qué atacaron ese puente, que no tenía valor estratégico alguno, pues no une grandes ciudades ni centros militares. Es un pequeño puente rural.¿Por qué se convirtió de pronto en un blanco de la OTAN? Más aún que era domingo, era fiesta y con aglomeración de personas. Si hubiera sido tan importante para ellos, ¿por qué no lo destruyeron de noche?
A continuación me trasladaron rápidamente al hospital de la ciudad de Krushevatz, la que estaba más próxima a Varvarin. Allí pasé veinte días, luego terminó la agresión y, me trasladaron a Belgrado donde estuve tratándome cerca de un año. En ese período me hicieron unas cuantas operaciones. Durante largo tiempo no podía caminar y me ayudaba solo con las muletas.
Ahora me sigo sintiendo mal debido a que unas cuantas esquirlas del misil quedaron en el estómago, las que no pueden ser extraídas en operaciones, ya que corre peligro mi vida. Todas las mañanas sufro dolores horribles los que puede ser aliviados solo con medicamentos. Han transcurrido catorce años y, y cada día es para mí un sufrimiento.
sb/as/er

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