martes, 2 de abril de 2013

Prohibido, hasta hacerse señas con (el Verdugo) Salinas

Prohibido, hasta hacerse señas con (el Verdugo) Salinas


Durante la precampaña de Peña Nieto, que duró los 6 años de mal gobernador, además del consejo de su tío Montiel (quien manipula instancias judiciales para retener a los hijos que tuvo con la francesa Maude Versini, alegando que su sobrino es el presidente de México y cuenta con su protección e impunidad), contó con la asesoría de Chuayffet, malogrado aspirante a la sucesión de Zedillo, quien lo despidió después de alegar que no se había enterado de la matanza de indígenas en Acteal porque se había bebido “dos que tres chincholes”; otro asesor fue Carlos Salinas de Gortari, apodado el Chupacabras, la Hormiga atómica o el Pelochas (porque acusaba gran calvicie y, siendo secretario de la Presidencia, el Gordo Pesqueira, empleado de De la Madrid, en una fiesta le puso una peluca y fue el hazmerreír). Hoy ya completamente calvo lo apodan el Verdugo, y no porque haya tenido que ver con el homicidio de Colosio, como su consejero en ese tiempo, el francés José María Córdoba Montoya (antes Joseph-Marie).
 
Como vemos, los franchutes han estado muy comprometidos con la vida pública del país. La última fue Florence Cassez, no absuelta de secuestro, sino porque García Luna, Cárdenas Palomino y Calderón la dejaron sin un debido proceso, y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un acto de legalidad, la dejó en libertad. Pero la custodia de los tres hijos de la señora Versini, que legalmente ella posee, es un dolor de cabeza para Peña, que en cualquier momento le va a estallar.
 
Convertido Salinas en uno de los más abiertos simpatizantes de las aspiraciones de Peña, alineó a la corriente priísta bajo sus órdenes, suponiendo que se convertiría en el poder tras el trono peñista. Y hasta finales de diciembre pasado estuvo empujando el nombramiento de varias de sus piezas… sin poner en primer plano a nadie. En el Fondo de Cultura Económica, Peña-Chuayffet le nombraron a José Carreño Carlón, y por ahí anda uno que otro en cuarta o quinta fila. Entonces Salinas empezó a reunirse con los del primer cuadro. Pero enterado, Peña les leyó la cartilla: rodaría la cabeza de aquel que aún con señas tuviera relaciones con Salinas. Estaba prohibido hasta saludarlo.
 
Ya nadie acepta sus llamadas telefónicas. Y éste, dicen, se siente traicionado, como si ignorara que una vez que el candidato se convierte en presidente ya no tiene amigos, compromisos ni intereses (salvo con los poderosos como Azcárraga, pero no con Slim). Está prohibido, bajo pena de muerte política, platicar con el Pelochas. Y Salinas, decepcionado, alega que invirtió su fuerza política para apoyar al mexiquense y ahora éste ni lo pela. Y es que Salinas, mañoso, de seguir reuniéndose con los segundos de a bordo de Peña, podría convertirse en otro “jefe máximo”, y Peña, que sabe mucho sobre Álvaro Obregón (fue su tesis para la licenciatura en derecho), sabe que otro Calles es peligroso. Por eso es que Salinas está vetado, y los pasquines que le escriben sólo los podrá editar el Fondo de Cultura de Económica… Mientras Chuayffet esté en la Secretaría de Educación Pública, donde tiene sus días contados.

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