lunes, 8 de abril de 2013

La obsesión china del Presidente

La obsesión china del Presidente
Rubén Cortés
 
Al Presidente le fue como quería en China, la segunda potencia del mundo:
—Tuvo buen timing al hacerlo antes de que venga Barack Obama, Presidente de la primera potencia, del 14 al 16 de mayo próximo.
—La balanceó visitando Japón, demostrando una visión asiática, y no sólo China, como los bolivarianos Brasil y Venezuela.
—Ofreció petróleo sin los compromisos políticos de Venezuela y Brasil, poniendo en un dilema a China: si compra, México gana, y si no, China no recibe crudo.
—Cumplió el protocolo diplomático, pero ordenó instalar la Comisión Intersecretarial para combatir piratería, contrabando y mercancía ilegal: un mensaje muy serio al país rey de la piratería, el contrabando y la mercancía ilegal.
Sin embargo, México tiene un déficit abismal en la balanza comercial con China: del intercambio que tuvieron en 2012, un total de 51 mil millones de dólares fueron para China y cinco mil millones para México.
Resulta difícil pensar en la reducción de un déficit comercial como éste, más el acumulado de 311 mil 415 millones de dólares que viene desde 1981.
Nuestras exportaciones a China son reducidas y de escaso valor. En 2010 vendimos mil 877 millones de cobre, hierro y plomo, aleaciones y desperdicios, menas de hierro, aleaciones de cobre-estaño y chatarra.
Y compramos 16 mil 776 millones en computadoras, teléfonos, consolas de videojuegos, acondicionadores de aire, juguetes, neumáticos, módems y sistemas, todo lo cual se podría hacer aquí para satisfacer el mercado interno y hasta el de los socios del TLC y Centroamérica.
En cambio, lo que ofreció el Presidente ahora allá fue humo: crecimiento económico de hasta seis por ciento anual y posicionamiento entre las diez economías del mundo… si se concretan las reformas y los cambios estructurales en nuestro país.
El Presidente debería dedicar las energías que dedica a potenciar el comercio con China y diseñar una mejor estrategia con Estados Unidos, que es el mercado más grande del mundo y el más cercano que tenemos, a un ritmo de mil 500 millones de dólares diarios.
Porque China no es un país confiable: es una dictadura que no se somete a reglas universales, trampea con la depreciación artificial de su moneda para beneficiar sus exportaciones, hace dumping y practica evasión fiscal con el contrabando que sale de sus puertos.
Además, el comercio con China es inmoral para una democracia: exporta mercancía producida en los campos de trabajo forzado de Laogai (el Gulag chino) adonde el sistema comunista deporta a miembros de Falun Gong, católicos, disidentes y vagabundos para que trabajen como esclavos.
Resulta difícil interactuar de manera simétrica, para un mercado regulado como el mexicano, con un mercado de capitalismo salvaje como el chino.
Es incomprensible entonces, la notoria obsesión económica de este gobierno con China.
ruben.cortes@razon.com.mx
Twitter:
@ruben_cortes

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