sábado, 16 de marzo de 2013

Bahrein: La primavera árabe sólo tocó la puerta

Bahrein: La primavera árabe sólo tocó la puerta

Disturbios en Bahréin dejan al menos 16 muertos en febrero pasado. Foto: AP
Disturbios en Bahréin dejan al menos 16 muertos en febrero pasado.
Foto: AP
MÉXICO D.F. (apro).- En febrero pasado se reanudó el levantamiento popular en el reino de Bahrein. Los grupos opositores al régimen exigen una apertura democrática. A consecuencia de los disturbios en los primeros días de marzo del 2013, el dinar, la moneda nacional, sufrió la devaluación más grande de su historia. El turismo, principal fuente de ingresos del país, también se colapsó. Los visitantes no quieren experimentar la violencia ni el permanente toque de queda. Incluso el Gran Premio de la Fórmula Uno se suspendió a pesar de ser una importante fuente de ingresos para el reino.
Desde febrero del 2011, animados por la Primavera Árabe, los chiítas de Bahrein se lanzaron a las calles de Manama, la capital, y trataron de tomar la Plaza Perla, tal como lo hicieron los rebeldes egipcios en la plaza Tahir.
En el primer intento no lo lograron y murieron por lo menos 35 personas y más de 3 mil fueron arrestadas, según los cálculos de la agencia Euronews. A mediados de marzo de 2011 las tropas de élite de Arabia Saudita acudieron al llamado de auxilio de la casa real bareiní a sofocar las protestas. También Qatar y Kuwait enviaron soldados. Los médicos, enfermeras o ciudadanos que dieron primeros auxilios a los manifestantes, fueron condenados a varios años de prisión.
En febrero de 2012 los manifestantes se volcaron nuevamente a las calles y la respuesta gubernamental fue aún más dura. Un año después, en febrero del 2013, el movimiento salió a protestar con nuevos bríos. La muerte de un joven de 16 años en una manifestación el Día de San Valentín, encendió los ánimos aún más. Tres días después los rebeldes ya no sólo exigían respeto a los derechos humanos sino el fin de la monarquía.
Ya nadie cree en las reformas que prometió el rey en el año 2000 y nunca implementó.
Los gobernantes del clan Al Jalifa son suniís y los manifestantes son chiítas. El gobierno de Bahrein explicó las protestas callejeras como parte de una conspiración de Irán para imponer un gobierno títere y tener influencia en el Golfo Pérsico.
Según el reporte correspondiente a 2012 de la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW), la familia real de Bahrein antepuso la represión a las reformas.
Las manifestaciones pacíficas no sólo fueron reprimidas. El gobierno encarceló a quienes ejercieron su legítimo derecho a la libre expresión, dijo Joe Stork, director de HRW para Medio Oriente.
En el documento de 665 páginas, hay un capítulo dedicado a Bahrein, donde HRW afirma: “En 2012 las autoridades encarcelaron a defensores de derechos humanos, les retiraron la ciudadanía, y se le dio el mismo trato a quienes se manifestaron pacíficamente que a quienes arrojaron cocteles molotov.”
Según los grupos de la oposición, por lo menos 25 personas perdieron la vida durante las protestas, de ellos 15 debido al uso incorrecto de gas lacrimógeno al disparar cápsulas a quemarropa o usarlas como si fueran balas. Además, dos oficiales de policía murieron a causa de las quemaduras provocadas por los cocteles molotov.
El reporte también señala que el 16 de agosto de 2012 Nabeel Rajab, presidente del Centro Pro Derechos Humanos de Bahrein fue sentenciado a tres años de prisión por organizar y participar en las manifestaciones realizadas entre enero y marzo de ese año.
En diciembre pasado fue arrestado Yusuf al-Muhafadha vicepresidente del ya mencionado centro de derechos humanos bajo el cargo de “diseminar noticias falsas”. Yusuf al-Muhafadha subió a su cuenta de twitter fotos de manifestantes heridos. Fue liberado, pero tiene un juicio pendiente.
HRW acusa al gobierno de Bahrein de no respetar los elementales derechos humanos, las garantías plasmadas en sus leyes y los tratados internacionales que firmó.
La organización Reporteros sin Fronteras señaló en su informe del año 2013 ubicó a Bahréin dentro de los cinco Estados “enemigos de Internet”, debido a que desarrollan una política de vigilancia en línea sistemática con violaciones graves a los derechos humanos. Señala que sus esfuerzos de vigilancia se dirigen contra las voces disidentes. Precisa que en los últimos meses los ciberataques y las intrusiones se han multiplicado, en especial la trasmisión de softwares malignos (malwares) destinados a disidentes y sus redes.
Reino del placer
El reino de Bahrein consta de 33 islas en el Golfo Pérsico, entre Arabia Saudita y Qatar. Tiene una posición estratégica que Washington aprovechó: estableció ahí una base naval.
En el año 2000 el rey Hamad ibn Isa Al Khalifah prometió una pequeña apertura política, que nunca implementó. Cuando estallaron las protestas callejeras en febrero del 2011 el príncipe heredero Salman bin Hamad Al Khalifa estableció un diálogo con la oposición que no ha prosperado.
La Primavera árabe no llegó a Bahrein, solo tocó la puerta. Desde febrero de 2011 empezaron las manifestaciones en Manana exigiendo reformas que dieran más libertades y mejor calidad a la mayoría de la población.
Cuando empezaron las protestas Arabia Saudita inmediatamente envió tanques y soldados a reprimir las revueltas del vecino país.
“Arabia Saudita no permitirá jamás un cambio en el vecino Bahrein ya que es un lugar para relajarse de la estricta disciplina religiosa que hay en Arabia Saudita”, afirma un diplomático europeo que responde a cambio de no revelar su nombre.
Explica:
“Los sauditas van los fines de semana a Manana a pasear, de compras, a buenos restaurantes. Allá, hombres y mujeres pueden ir a un restaurante, juntos, y no solo eso: pueden sentarse en la misma mesa, cosa que está prohibidísima en Arabia Saudita. En Bahrein se puede beber alcohol, por eso lo apodan El-Bar; en Arabia Saudita eso está penadísimo. En Bahrein las mujeres pueden manejar automóvil y salir a solas a las calles, en Arabia Saudita eso es imposible. En Bahrein hay cines, en Arabia Saudita no. En éste último país las películas pasan primero por una censura y cuando hay una escena considerada ‘inmoral’ por ejemplo, un beso, se corta; los filmes dan tremendos saltos en la historia y el público se imagina todo lo que falta. En la sala se siente la tensión, la adrenalina del público ante lo prohibido, ante el tabú, ante el pecado.
“Bahrein vive del turismo y las estrictas reglas del Islam se relajan. Las autoridades se hacen de la vista gorda ante una prostitución muy discreta, invisible, pero que atrae a millones de saudís a los hoteles de lujos, donde saben que no habrá razias ni visitas sorpresa de la policía religiosa. En Bahrein un tercio de ellos son extranjeros no musulmanes, lo que ha ayudado a la relajación de la moral. El archipiélago tiene una cultura más liberal que la de los países vecinos. En el año 2001 las mujeres consiguieron el derecho al voto y pueden conducir coches”.
–¿Ese sería el único motivo por el cual Arabia Saudita no admite cambios en Bahrein?
–No, los sauditas y barainos están gobernados por dos casas reales sunitas. La mayoría de la población es chiíta, y carece de las prestaciones y privilegios de los sunitas. En Bahrein los chiítas tienen un poquito más de libertad de celebrar su fe y sus creencias en pocos espacios públicos; en Arabia Saudita eso es imposible, impensable. En los barrios chiítas de Bahrein, los más pobres del reino, algunas fiestas se celebran. En Arabia Saudita, los chiítas tienen que esconderse y sus rezos y tradiciones se hacen en sus casas a puerta cerrada. Los chiítas no son considerados ciudadanos con plenos derechos, es más, oficialmente no existen”
–¿Estamos hablando de revueltas religiosas o de lucha de clases en Bahrein?–, pregunta la reportera.
–Es lucha de clases con un toque religioso. No hay que olvidar que tanto en Bahrein como en Arabia Saudita hay grandes grupos de trabajadores extranjeros que hacen los trabajos que nadie, ni siquiera los chiítas pobres, quieren hacer. Son originarios de Pakistán, Nepal, Filipinas, India principalmente.
–¿Por qué se reprimen las manifestaciones con tanta violencia?
– La explicación oficial estriba en que los manifestantes chiítas son agentes de Irán enviados para desestabilizar a Bahrein, establecer un gobierno títere de Teherán, tener presencia en el Golfo Pérsico. Como la pequeña isla no tiene la manera de defenderse, pidió ayuda a Arabia Saudita quien envió a sus tropas y artillería pesada a defender a la isla más pequeña del Golfo Pérsico. Hay un puente de 28 kilómetros de largo sobre el mar que comunica a Arabia Saudita con Bahrein y las tropas sauditas llegaron rápidamente a reprimir las manifestaciones. Oficialmente se dijo que sólo brindaron apoyo logístico, que hicieron presencia física, que fueron observadores pero que no participaron.
–¿Es cierto que Teherán (teocracia chiíta) está detrás de las protestas?
– Desde mi punto de vista, no. Las protestas en Bahrein tienen raíces propias, pero no hay que olvidar que el Irán chiíta es enemigo de las familias reales sunitas. En tanto los chiítas sigan siendo discriminados, no habrá manera de aplacar las protestas–, concluye nuestro entrevistado.
El 24 de septiembre del 2012, el general iraní Amir Alí Hajizadeh declaró a la televisión estatal de su país que si Estados Unidos o Israel se atrevían a atacar Irán, éste respondería abriendo fuego contra las bases norteamericanas en Bahrein, Qatar y Afganistán. El general de la Guardia Revolucionaria advirtió: “No habrá país neutral en la región, para nosotros estas bases equivalen a suelo estadounidense”.
Bahrein exporta petróleo y aluminio. Durante siglos fue un gran vendedor de perlas hasta que la sobreexplotación dio al traste con el cultivo.

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