jueves, 3 de enero de 2013

La solución no son las reformas estructurales

La solución no son las reformas estructurales

Edmar Ariel Lezama Rodríguez @edmar_ariel jue 3 de enero de 2013
Cada que un país entra en crisis, de inmediato surgen las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) o del Banco Mundial (BM) sobre la urgencia y necesidad de planificar cambios en las leyes locales que inevitablemente terminan en reformas estructurales; reformas que afectan en orden de importancia la parte fiscal, laboral y educativa.
El mismo FMI propone ampliar una base fiscal, es decir, cobrar impuestos a todos y a cuanta actividad se desee. No es adecuado gravar las grandes fortunas ni a los poderosos empresarios, ya que de lo contrario, pueden sentirse desalentados para seguir invirtiendo. ¿Acaso no resulta viable tal como ha sucedido en España gravar todo evento cultural o bien que se relacione a dicho ámbito y a la vez no tocar a empresas como REPSOL? Da lo mismo si lo recaudado va a parar de nueva cuenta a la producción de obras de teatro, de conciertos y recitales o actividades cinematográficas o pagar intereses de la deuda contraída con el mismo FMI o BM.
Cuando se habla de una reforma educativa, las propuestas que se citan para adecuar los planes y programas de estudio a la reinante actualidad, pasan por homologar habilidades para el ramo manufacturero y financiero, pues de esa forma existirán cuadros entrenados para seguir arribando a esos empleos. Homologar habilidades no es sinónimo de homologar conocimientos.
En lo referente a la reforma laboral, las reglas buscan abaratar los costos del trabajo así como el despido. Contratos de corta duración, evitar la vida sindical y fijar pago por hora son medidas popularmente aceptadas por los gobiernos, a pesar de que estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) explican que cada ocasión que un país ha implementado dichas acciones al empleo, la calidad del trabajo va a la baja, es decir, existe precarización.
A pesar que estudios realizados por universidades latinoamericanas y la misma CEPAL demuestran que las reformas estructurales hechas de esa manera no son una solución, países como España, Grecia o Italia siguen empeñados en hacer los cambios tal como los piden los organismos financieros internacionales.
Muchas voces afirman que si las reformas estructurales deben ser ortodoxas, es debido al gasto social excesivo que se llevó a cabo durante muchos años, a que todos hemos vivido sobre nuestras posibilidades. Esas mismas voces parecen no entender que vivir sobre nuestras posibilidades no es igual a gasto excesivo y sin control. ¿Cómo explicar a un obrero que ha vivido sobre sus posibilidades si él nunca ha sido partícipe o beneficiario de cualquier actividad financiera?
Si día a día la especie humana ha sido capaz de marcar diferencia respecto a otro tipo de animales, no sólo es por la capacidad de abstracción, sino también por modificar el entorno a tal grado de volver más fácil la existencia. Los sistemas sanitarios, educativos y culturales cumplen una función social, de esparcimiento. Una obra de teatro o una película por la tarde son una actividad que si es brindada por el Estado, jamás podrá considerarse como un gasto excesivo o por encima de nuestras posibilidades.
La pregunta central en este punto de la reflexión es referente a por qué los males que el gasto social trae a los indicadores macroeconómicos son cargados a las clases populares y consideradas una práctica poco eficaz para el crecimiento económico. Un obrero puede ver empeorado su nivel de vida después de una reforma laboral, fiscal y educativa la mayor parte de las veces.
Es válido y necesario demostrar que los dueños del Citi Group, MAPFRE, PETRONOR, Grupo Carso, PRISA, FEMSA, ICA, entre muchas más, verán mermada su calidad de vida y ocio al no aplicarse dichas reformas estructurales. Es válido y necesario meditar sobre si es válido para México, España, Italia o Grecia seguir aplicando dichas reformas estructurales.

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