jueves, 24 de enero de 2013

De Zedillo a Peña Nieto y el PRI de siempre

De Zedillo a Peña Nieto y el PRI de siempre

Rafael Suárez Vázquez @mefistomx jue 24 de enero de 2013
En el segundo año del sexenio de Ernesto Zedillo, escribí el siguiente análisis, el cual puede ser difícil de distinguir con el presente; ahora que, como en ese tiempo, gobierna el PRI, el PRI de siempre y ese 1997 resulta tan lejos y tan cerca, con todo y el nefasto paréntesis panista: 
“México vive una crisis de indecisión política, a merced de la corrupción, una lucha por el poder en el poder mismo y con todos los mecanismos de control, que antaño habían funcionado, ahora en decadencia. El sistema político mexicano como se encuentra actualmente, resulta inviable para una nación con esperanzas democráticas. Para un país que abrigaba ya la instalación de un nuevo orden democrático mediante la reforma electoral, concertada por las cuatro fuerzas políticas más importantes a nivel nacional, que después de varios meses de negociación abortó por un acto de mayoriteo absolutista del partido gobernante; cuando se vieron afectados sus intereses indispensables para su propia existencia (tales como: limitación del financiamiento a los partidos, posibilidad de coaliciones y candidaturas comunes entre diferentes partidos y el tiempo equitativo en los medios de comunicación, principalmente electrónicos), y bruscamente transformó el panorama para próximas elecciones. Recientemente, en las elecciones locales de los estados de México, Coahuila e Hidalgo, se corroboró la falta de vocación democrática del PRI-Gobierno, al escatimar los triunfos de la oposición y acusarlos de las mismas prácticas fraudulentas que é1 practica (acarreo, compra de votos, modificación del padrón, cambio de casillas, robo de urnas, etc.). Aún así, en éstas últimas elecciones se pudo advertir un ligero avance en el reconocimiento por parte del gobierno (aunque sea en contra de su voluntad) de la pluralidad electoral y de la autodeterminación del voto de cada municipio. 
Se ha mencionado al gobierno y su partido como uno solo, ya que el partido político, PRI, es únicamente un instrumento electoral, un apéndice del gobierno, que carece de ideología y de orientación participativa. 
Mientras lo anterior no cambie, en México no se podrá hablar de tener democracia, ni mucho menos justicia. Este país está viviendo la crisis más severa de la época moderna, pues convergen, como nunca antes al menos en la era post-revolucionaria, las crisis política, económica, social y moral. En la sociedad predomina una incredulidad frente al gobierno y sus voceros, a sus promesas y políticas, la gente padece la recesión económica en sus bolsillos y no cree en estadistas de Harvard; pero tal vez lo más grave, es que se ha suscitado una profunda crisis de valores, en la cual todo se justifica por la obtención de dinero o por la evasión de los problemas. Esta desesperación mal encausada genera la degradación moral, que se detecta en amplios sectores de la población, prueba de ello es el gran incremento de asaltos violentos, suicidios, violaciones, secuestros, prostitución, fraudes, narcotráfico, drogadicción, tráfico de armas, etc. Teniendo ante este contexto, un presidente titubeante e introvertido, más apurado por reunir los millones de dólares necesarios para cubrir el pago adelantado del préstamo otorgado por Estados Unidos, que en recuperar el nivel de vida de la población y lograr así el bienestar para la familia que tanto pregonó en campaña. A dos años de su gobierno, con innumerables exabruptos autoritarios, no se ve que sea el líder que el país requiere en la situación que se encuentra, ni que el sistema político pueda absorber sus yerros, ni aunque, como se ha rumorado en varias ocasiones, lo sustituya en la silla presidencial su Secretario de Gobernación, que le sigue los pasos en cuanto a insensibilidad política y ligereza racional (basta sólo recordar sus irresponsables declaraciones de que el denominado Ejército Popular Revolucionario, EPR, era nada más que una pantomima). 
Mezcla de incapacidad e insensibilidad, el gobierno actual abre más la brecha entre los ricos y los pobres, entre la esperanza y la desesperanza; y se acerca más a la ingobernabilidad, al no reconocer la urgencia de cambios en la política de entrega neoliberal dictada desde el extranjero. Por el contrario, el gobierno acude a la militarización del país para lograr mantener el control de los, cada vez más constantes, brotes de inconformidad. 
En ese exceso, se ha nombrado a militares, en puestos directivos y operacionales dela PGR, encargados de la seguridad pública. El presupuesto del gobierno destinado a las secretarias dela Defensa Nacionaly de Marina se ha incrementado en un 44.7% y 44.8% respectivamente, en comparación con años anteriores. En los estados de Guerrero, Chiapas y Oaxaca, se reporta que existen cerca de 25,000 efectivos del ejército en tan solo esas comunidades, que representan cerca de la mitad del ejército federal”.


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