domingo, 2 de diciembre de 2012

Taylor & Burton

Taylor & Burton
Los personajes históricos han terminado en el enjuiciamiento de las habilidades histriónicas de las artistas de cine y televisión
 
No es extraño que la historia alimente a la literatura, que la literatura alimente al cine, y que el cine alimente a la televisión; es decir, que un pasaje histórico se convierta en novela, que la novela se transfigure en película, y que la película se degrade para presentarse como una serie televisiva. Lo inquietante, a juicio de los historiadores, es que los actores de cine lleguen a suplantar a los personajes históricos en el imaginario colectivo, y que al multiplicarse el caleidoscopio de las historias los juicios de los analistas se olviden de la historia y se constriñan a enjuiciar las habilidades de unos actores para representar a otros.
Eso es justamente lo que sucede con la película televisiva Liz and Dick, que presenta en un pasaje la vida turbulenta de Cleopatra y Marco Antonio; es decir, de Elizabeth Taylor y Richard Burton. Ellos fueron, sin lugar a dudas, la pareja más fotogénica y explosiva de Hollywood mientras duró su vida y su romance.
Hace algún tiempo, en El País, Rosa Montero publicó una pincelada de lo que fue su atormentada relación. Burton era un actor de medio pelo que escondía tras bambalinas a un escritor brillante, y era más conocido por su capacidad para beber y sus exabruptos volcánicos que por su imaginación creadora. Liz era una muñeca consagrada por la pantalla y el embrujo de sus ojos, y no se preocupaba un ápice por ocultar sus vicios y desatinos. Juntos hicieron de Cleopatra una película de expectativas faraónicas y costos exorbitantes, que terminó por hundir a la propia Twentieth Century Fox.
La nueva película, destinada a la televisión dominguera, promete ser un fuego de artificio semejante. En el papel de Elizabeth Taylor está Lindsday Lohan, una joven que tiene cierto parecido con la actriz inglesa por su proclividad al alcohol, las drogas y los escándalos. Su belleza también es magnética, pero lo que ha llamado la atención es la aureola de niña terrible que la persigue, y sus múltiples conflictos con la ley. En ese contexto, a mitad de la filmación estrelló su auto deportivo a toda velocidad contra un camión de basura, y sus abogados han tenido que multiplicar sus esfuerzos para evitarle la cárcel.
Por supuesto que la historia real es otra cosa. El poder literario, musical, plástico y cinematográfico de Cleopatra es apabullante. Su figura cabalga en el tiempo asociada con el poder, el refinamiento, el erotismo, el incesto, la genialidad y el crimen. A través de los siglos, ha sido la musa de un cúmulo de escritores, pintores, escultores y cineastas. Entre ellos está, ni más ni menos, William Shakespeare. Pero hay muchos otros. En su novela Los idus de marzo, Thornton Wilder presenta a Cleopatra escribiendo unas cartas pasionales a Julio César que se consideran una mezcla incandescente del amor feroz y la seducción política.
Pese al ninguneo de la historia y la hegemonía del espectáculo, la larga sombra de Cleopatra sigue oscureciendo a sus actrices.

La Historia define al personaje de Cleopatra, como una reina bella y seductora, la cual se ha convertido en musa de escritores como William Shakespeare, George Bernard Shaw.

La película Cleopatra
Fue producida en 1963,
protagonizada por
Elizabeth Taylor y Richard Burton;
recaudó 5.7 millones de
dólares en su estreno;
aunque su inversión fue de 44 mdd.

Taylor y Burton en un fotograma de la clásica película hollywoodense.
 

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