miércoles, 12 de diciembre de 2012

Las “majaderías” de Felipe

Las “majaderías” de Felipe

Francisco Garfias
Alguna vez le pregunté a Diego Fernández de Cevallos si le hubiese gustado formar parte del gabinete de Felipe Calderón. Eran los albores del sexenio del panista. El famoso Jefe nos dio entonces una respuesta contundente. “No.  Él tiene la mecha muy corta, y yo ni mecha tengo…”
Me acordé de sus palabras por conversaciones que he sostenido últimamente con personas que conocen o sufrieron directamente la “mecha corta” de Felipe.
La reciente salida de Los Pinos del ex Presidente ha aflojado la lengua a algunos de los ofendidos. Panistas no menores nos aseguran que las “majaderías, gritos y manotazos en la mesa” del ex Presidente eran frecuentes. Felipe no hacía diferencias. Agarraba parejo. Gustavo Madero y Josefina Vázquez Mota padecieron verdaderas humillaciones. “Ni los generales se salvaban”, nos dicen.
 Una anécdota ilustra el fastidio de Josefina. Ya al final de su mandato, luego de un acto protocolario en Los Pinos, el todavía Presidente le pidió a la ex candidata del PAN que se quedara a comer con él. Lo mandó a volar.
Una persona que atestiguó la escena cuenta que, con el rostro desfigurado, Felipe se acercó al vehículo donde la Vázquez Mota se encontraba, junto con su marido, a punto de abandonar la residencia oficial. Felipe insistió en su invitación. Josefina no pudo más y tronó: “No y no te quiero volver a ver en mi vida, por todo lo que me hiciste”, le dijo, palabras más, palabras menos.
Días después, a mediados de octubre, Vázquez Mota fue invitada a la develación de su retrato y el de Alonso Lujambio en el salón de los secretarios de la SEP. Felipe Calderón era el convidado de honor. La ex candidata no se presentó. La explicación entonces fue que “tuvo una complicación con su agenda personal por una de sus hijas”. Ahora ya sabemos los verdaderos motivos.
 A Gustavo Madero no le fue mejor. Sus encuentros con Peña los hizo sin que el entonces primer mandatario tuviese conocimiento de que se negociaba un pacto con el Presidente electo.
No fue una omisión deliberada del jefe panista. Él pidió audiencia con Felipe —vía Tarcisio Rodríguez, secretario particular— para informarle de las negociaciones que culminaron con la firma del Pacto por México. No fue recibido.
Al jefe panista le urgía la cita. Quería comunicarle al Presidente la disposición del Equipo de Transición-PRI, del PAN y del PRD de lograr el acuerdo. “Se le avisó lo que se preparaba. No quiso tomar registro”, asevera la fuente. 
Madero enfrentaba un verdadero dilema, ¿cómo firmarlo sin que él lo conociera? La cerrada actitud de Calderón lo llevó a seguir adelante con sus planes. Los calderonistas comenzaron entonces a torpedear las negociaciones. Luisa María Calderón, hermana de Felipe, y el senador Ernesto Cordero llevaban la batuta contra el Pacto en el azul. Les hacían coro otros senadores calderonistas.
Alegaban que el Pacto equivalía a una crítica al gobierno de Felipe, pero también que, en el pasado, el PRI había dificultado las reformas que ahora pregonaba. Madero y los suyos argumentaban exactamente lo contrario: comprometer a Peña en un pacto es el camino más seguro para proteger el patrimonio del PAN.
 Ya para entonces en el PRD había problemas internos. La necesidad de mantener el sigilo sobre el contenido del famoso Pacto, que incluye compromisos “muy pesados” que afectan los poderes fácticos, impedía a la dirigencia hacerlo del conocimiento de las diferentes expresiones de esa agrupación política. “No podíamos abrirlo ante la gente”, explica una voz del PRD.
Los bejaranos eran el principal obstáculo en el amarillo. Dolores Padierna llegó a decirnos que Jesús Zambrano actuaba a título personal o de su corriente, pero no en  nombre del PRD. “No tiene autorización de firmar nada”, subrayó la senadora de IDN. Se habló incluso de destituir a Chucho como interlocutor en el diálogo con las demás fuerzas políticas.
Las cúpulas de los partidos iban a firmarlo antes de la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, pero las broncas internas que se manifestaban en el PAN y en el PRD imponían prudencia. Abrir el pacto antes de tiempo implicaba riesgos. Decidieron posponerlo para después del primero de diciembre. Se firmo dos días después.
 “Eso quieren ver muchos... Pero mejor que se vayan a una hemeroteca”, reviró Mónica Arriola, hija de Elba Esther Gordillo, cuando le preguntamos sobre la presunta ruptura entre su madre y Peña Nieto.
La maestra no asistió a la presentación de la reforma educativa que, según el Presidente de la República, pondrá fin a la herencia de las plazas y los liderazgos perpetuos.
Su ausencia desató una cascada de especulaciones sobre el distanciamiento. “No hay tal, ella está saliendo de una bronquitis”, asevera la senadora del Panal.
Mónica se refirió espontáneamente al supuesto encono que existe entre Emilio Chuayffet, titular de la SEP, y la dirigente del sindicato de maestros. “Los dos son entes políticos que conocen sus temas. Ella a su gremio. Él le dará resultados al Ejecutivo”, destacó.
La senadora jura que Elba no se opone a una reforma que retoma la visión en materia educativa que siempre ha planteado.
2012-12-12 03:01:00

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