sábado, 6 de octubre de 2012

RUBEN MOREIRA: DE LA SEGURIDAD ME ENCARGO YO

Rubén Moreira: “De la seguridad me encargo yo” Por: Redacción / Sinembargo - octubre 6 de 2012 Es muy interesante la reacción de la gente, usuarios de las redes sociales o no, con respecto al asesinato de José Eduardo Moreira. Posiblemente la abrumadora mayoría de los que están en las redes sociales tienen un reclamo para el ex presidente nacional del PRI, padre del asesinado, Humberto Moreira. Le señalan que la violencia vivida en Coahuila en estos días es consecuencia del gobierno que él ejerció hace tan sólo dos años. Los coahuilenses dicen que no es una sopresa que eventualmente Saltillo se haya convertido en el culo más violento del mundo. Todos dicen que en esa ciudad vivían los capos del cártel de “Los Zetas”. Que Moreira, Humberto, los soportó. Y que el estallamiento de la violencia está vinculado a una tolerancia que creó un clima artificial del cual la ciudadanía está pagando ahora. Y también los Moreira. Vean los días que corren. No hubo una solidaridad rotunda hacia Humberto Moreira. Sí, se lamentó la muerte de su hijo. Sí, se lloró el hecho de que nadie. ni aún la casta bendita, estuviera intocada. Pero la gran generalidad reclamó a los Moreira la condición en la que se encuentra el estado: que es imposible viajar libremente de una ciudad a otra sin los peligros del crimen organizado. Que es imposible llevar una vida normal en Coahuila: salir con los hijos al parque, disfrutar una tarde en un restaurante, vivir una vida normal, como la que lleva un ciudadano en casi cualquier ciudad del mundo. Cuando uno pensaba que todas las sorpresas se habían dado, llega el asesinato de José Eduardo Moreira. Qué fácil fue para Rubén Moreira gritar, en el calor de las campañas, que el mundo era suyo. “De la seguridad me encargo yo”, dijo. Qué arrogancia. Hoy paga su falta de sensibilidad. La viuda de José Eduardo le reclamó en viernes que era un mal gobernante. Se entiende. Está muy dolida. Pero los que no estamos dolidos por una muerte reciente podemos decir, sin ser necesariamente viudos, que qué mal gobernante es Rubén Moreira. Qué mal, la muerte de José Eduardo. Pero, curiosamente, qué bien que el reclamo venga de la familia.

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